SIN DIVÁN

 

Comentario sobre el libro de Montse Batlle,

En busca de la libertad. Desde la voluntad secuestrada.

A finales del mes de julio del año en curso, 2017, algunos miembros de la ULP-Gi (Universitat Lliure i Popular de Girona) me solicitaron un comentario sobre un libro de entrevistas, En busca de la libertad. Desde la voluntad secuestrada. (Editorial Kairós. Barcelona: noviembre 2016), segundo y por el momento último trabajo de la autora gironina Montse Batlle.

La petición respondía al deseo de aclarar algunas ideas recogidas en aquel libro así como las que concernían a las presentaciones del mismo que, en opinión de los miembros de la ULP-Gi, ejemplificaban al menos dos aspectos de la hipermodernidad. Entendían que el libro rejuvenecía saberes y disciplinas de dudosa o nula razón epistémica, y subrayaban la falta de rigor crítico de algunos de los entrevistados. La petición, por tanto, decía estar fundamentada en criterios estrictamente intelectuales y éticos, pero también de carácter clínico. En resumen, quienes requerían mi opinión me hicieron observar que aquel libro daba pábulo a ideas trasnochadas, un delicado asunto dado que podría colaborar a atenazar en el siempre imaginario sentido a no pocas de las personas a las que humanitariamente se pretendía ayudar.

 

Los miembros de la ULP-Girona, en especial Jordi Fernández y Laura del Águila, lamentaban que los psicoanalistas entrevistados por Montse Batlle, –algunos de los cuales habían participado en la presentación del libro–, no hubiesen establecido diferencias claras y precisas entre el psicoanálisis y las demás disciplinas que recogía el libro, como la filosofía, la mística, la religión, la psicología, la poesía, la antropología o el arte. Por tan significativas negligencias, el lugar del psicoanálisis quedaba en el libro desdibujado, y lo que incluso era peor, quizá ser equiparado a saberes de carácter metafísico. El libro, por consiguiente, podía constituir un obstáculo para no pocos lectores a la hora de entender la aportación del psicoanálisis, tanto más de Sigmund Freud (1856-1939) y Jacques Lacan (1901-1981), a la cultura en general y a la clínica en particular.

 

El libro de Montse Batlle lo había leído yo en diciembre del pasado año, pero pese a que no recordaba muchos aspectos del mismo, como es mi costumbre guardaba notas de la lectura. La mencionada solicitud me obligó a releer el libro y a ver las presentaciones del mismo, que los miembros de la ULP-Girona habían transcrito; aunque en casos semejantes no descuido visualizar los vídeos y los documentos del asunto que se trate. Con la mayor imparcialidad, como no podría ser de otra manera, responderé a las cuestiones que los miembros de la ULP-Girona tengan a bien plantearme.

 

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ACERCA DE MONTSE BATLLE

 

Jordi Fernández y Laura del Águila (en lo sucesivo J.F., y L. del Á): Cabe comenzar dando a conocer a la autora de En busca de la Libertad. Desde la voluntad secuestrada. En una nota biográfica de la contraportada de este segundo libro de Montse Batlle, –el primero, también de entrevistas, fue Lo íntimo y lo sagrado (Kairós. Barcelona: octubre del 2012)–, se lee que es periodista, así como estudiosa de la filosofía, el psicoanálisis y la espiritualidad.

 

José Miguel Pueyo: Desconozco si Montse Batlle posee una licenciatura universitaria en periodismo, pero tengo entendido que su actividad empresarial truncó el deseo de licenciarse en esa materia. En realidad, ese aspecto debe interesar en primer lugar a quien de ese modo se presenta. En cuanto a ser estudiosa de lo que indica, es un factor que concierne a lo que uno ha llegado a saber de lo que dice que estudia y, por lo mismo, afirma y/o cree que conoce.

 

 

PRODUCCIÓN INTELECTUAL DE MONTSE BATLLE

 

 

J.F: Como se acaba de apuntar, este es el segundo libro de entrevistas de Montse Batlle, En busca de la libertad. Desde la voluntad secuestrada. Se trata de un trabajo que consta de un Prólogo que lleva por título «El deseo y la libertad», del profesor de filosofía Joan-Carles Mèlich; una Introducción de la autora, Montse Batlle; 14 entrevistas de especialistas en diferentes disciplinas; y un Epílogo del psicoanalista Luis Darío Salomone, titulado «El psicoanálisis y el misticismo». Usted participó en el primer libro de Montse Batlle con una magnífica y esclarecedora entrevista que cerraba el libro, Lo íntimo y lo sagrado. ¿Encuentra alguna diferencia entre los dos libros?

 

José Miguel Pueyo: No comparto la opinión del periodista y presidente de Endemol Shine Iberia, Jordi Bosch i Molinet (Girona, 1959), quien en la presentación del libro en el Centre Cultural Blanquerna, en Madrid, el 20 de Abril de 2017, dijo «…este libro, a diferencia del anterior, tiene una mayor exigencia intelectual porque te ha obligado a implicarte muchísimo más.»

 

L. del Á: ¿Qué echa en falta en este segundo libro de Montse Batlle?

 

José Miguel Pueyo: A Montse Batlle le pasó por alto, entre otros asuntos de igual interés, lo que entiendo que no puede faltar en libros semejantes, como es ¿qué han aportado las disciplinas de las que sus entrevistados son expertos y ellos mismos a la cultura? Es decir, este libro de entrevistas a representantes de diferentes disciplinas del mundo de la cultura, hurta al lector un asunto esencial como es qué es la cultura según esos expertos, cuál es la aportación de su disciplina al campo de la cultura y, por último, una mención a su propia aportación a la misma. En el primer libro de Montse Batlle, superior a éste en muchos aspectos, sin ser decisivo en ese punto, lo cierto es que no pasaba desapercibido. Si hay algo de lo que no prescinde este libro es, en palabras de Plutarco (50-120), de dios y lo sagrado, aniérou de póleos kaì athéou.  

J.F: En la promoción del primer libro de Montse Batlle, Lo íntimo y lo sagrado, el año 2012, en Casa del Libro, en Barcelona, una de las personas que lo presentó, el escritor Luis Racionero, reprendió a la autora por la extensión de la conversación que había mantenido con usted; y tras afirmar que no había entendido nada de esa entrevista Racionero dijo que no estaba de acuerdo con lo que usted afirmaba en el libro sobre la filosofía oriental, en particular sobre budismo y la meditación.

 

José Miguel Pueyo: Apenas recordaba aquella desagradable intervención de Racionero. Cierto es que no esperaba nada mejor de él. Pero lejos estaba de imaginar que alguien que había ocupado un cargo oficial importante en la cultura española, enalteciese, tanto más en aquel acto, al herbólogo, homeópata y sanador francés André Malby (1943-2008), un inquietante gurú a la moderna usanza, de cuyo pintoresco y trasnochado discurso queda constancia en algún video en internet.

 

Supe después que Racionero, y creo que Montse Batlle, quien también encumbró a André Malby, se desplazaban al bello pueblo de Besalú, residencia de aquel gurú para seguir sus enseñanzas. Quizá la subjetividad de Racionero y Montse Batlle esté impregnada todavía de aquellas lecciones.

 

 

SOBRE EL TÍTULO DEL LIBRO

 

 

J.F: ¿Qué opina del título del libro?

 

José Miguel Pueyo: En primer lugar, por lo que leo en la Introducción del libro y en las presentaciones del mismo, advierto que concierne a la biografía de la autora.

 

En cuanto al título En busca de la libertad. Desde la voluntad secuestrada, destacaría cuatro términos, siendo el último el más problemático: búsqueda, libertad, voluntad y secuestrada. Como es conocido, «buscar» es un verbo que indica la pesquisa de algo y/o la acción de hacer lo necesario para conseguir un objetivo. En cuanto a la «libertad», del latín (libertas,-ātis), es el deseo fundamental de muchas personas, y concierne a tener conciencia y poder pensar y obrar según la propia voluntad. La «voluntad» podría definirse como la facultad de decidir y ordenar la propia conducta. Mientras que «secuestrada» alude a alguien que siendo libre ha sido privado de libertad en contra de su voluntad, habitualmente para pedir algo a cambio de su liberación. Respecto a la expresión «voluntad secuestrada» parece claro que no se trata tanto de que «la autora era libre», sino más bien que nunca lo fue por tener su voluntad o deseo, desde muy joven, secuestrada.

 

 

OBJETIVOS DEL LIBRO

 

J.F: Lo que antecede invita a hablar de los objetivos de Montse Batlle en este libro. Recordaré los objetivos según el profesor Joan-Carles Mèlich (Barcelona, 1961), autor del Prólogo del libro, por tanto, las cuestiones a las que se pretende dar luz con este trabajo:

 

1º. «¿Qué es el hombre?

 

2º. ¿Cómo hemos llegado a ser lo que somos?

 

3º. ¿Cómo puedo transformarme en un ser completamente distinto del que soy, del que he heredado?

 

4º. Y en tanto que la humana existencia es débil y vulnerable, necesitamos apoyo y la acogida de los demás». La cuestión es la siguiente, ¿consigue el libro esos objetivos?

 

José Miguel Pueyo: A duras penas se reconocerá en este libro lo que de ese modo se promete.

 

Joan-Carles Mèlich yerra también en otros asuntos. Afirma que «Desde la modernidad se ha considerado que la pregunta filosófica fundamental es ¿Qué es el hombre». Con Nietzsche y Foucault, la cuestión derivó hacia otra ¿Cómo hemos llegado a ser lo que somos?» El hecho verificable es que la pregunta por el hombre viene de muy lejos, nada más pero también nada menos que acontece en el siglo V antes de J.C. Y en cuanto a ¿Cómo hemos llegado a ser lo que somos?, esta cuestión es fundamentalmente freudiana. Mèlich, que cita una vez al psicoanalista vienés, no aclara ninguna de sus aportaciones y aun las atribuye a otros autores.

 

Asimismo, este profesor de filosofía sostiene que el ser humano «tiene el anhelo de cambiar… El deseo no es sólo un deseo de alcanzar o poseer algo…, es también el deseo de sí, un deseo de transformación de uno mismo». Existen personas que quieren cambiar, sí, pero algunos cambian a peor. Todo indica que a Mèlich le ha pasado por alto que el superyó no se agota en la cara, llamémosles angelical y normativa de la prohibición. Disculpable, sin duda, al menos porque algunos psicoanalistas tampoco advirtieron la cara abyecta y obscena del heredero del complejo de Edipo.

 

De la religión, que es otro de los asuntos que interesan al profesor Mèlich, dice «Lo religioso es el deseo de lo imposible, como tal, sabemos que no acontecerá y, sin embargo, contra toda lógica seguimos creyendo». Esta frase deja ver que a Mèlich le pasa por alto que en la religión, por ser una cuestión de fe, apenas cabe otra lógica que no sea la del goce absoluto y eterno.

L. del Á: ¡Vaya, pues empezamos bien! La catedrática de filología romántica en la Universitat Pompeu Fabra, Victoria Cirlot (Barcelona 1955), en la presentación de  este trabajo en Casa del Libro, en Barcelona, el 19 de diciembre de 2016, estaba muy satisfecha del libro. Por otro lado, el primer aspecto que me sorprende de la Introducción, que firma Montse Batlle, no es tanto que la autora cite a diferentes autores, Friedrich Nietzsche, san Agustín de Hipona, Erich Fromm, Sócrates, La Boétie, Sartre, Marcel Légaut, Jiddu Krishanamurti, Françoise Dolto, al poeta Walt Whitman, y que a Freud y Lacan los mencione de pasada, pues lo que creo más destacable es que no presente prioridad alguna entre los autores mencionados.

 

José Miguel Pueyo: Victoria Cirlot dice que el libro de Montse Batlle «es una invitación de la mano de catorce entrevistados para comprender en qué consiste la voluntad… como ambición de lograr los deseos… y qué es lo que obstruye para alcanzar el deseo propio de cada uno.»

 

El objetivo que presenta Victoria Cirlot está lejos de cumplirse, a no ser, claro está, que algunas entrevistas del libro constituyan en sí mismas una resistencia al psicoanálisis para el lector interesado en desatar los nudos que obstaculizan el camino de la libertad y el progreso en diferentes facetas de la vida.

 

El saber de no pocas disciplinas ha venido a obstaculizar y/o subvertir la verdad del deseo, a encubrir también el goce, ya sea masoquista o de cualquier otro tipo, que intenta procurarse un ser que, por no ser Dios, está herido por la falta-a-ser. Cierto es que Dios no es menos sujeto-al-deseo, pues cómo explicar si no el deseo que lo impulsó a crear el mundo y cuanto en él existe. 

 

J.F: De este tema ha hablado usted en algunos seminarios, y observo que le complace recordarlo.

 

José Miguel Pueyo: Diré con Lacan que a veces uno tiene la impresión de hablar a las paredes.

 

Montse Batlle se equivoca en la formulación de esa cuestión. Cuando pregunta al poeta y activista cultural Josep Tarrés (Girona, 1929), ¿Quién fue quien dijo que el conocimiento, el saber, nos hará libres? Montse yerra porque no es «el saber nos hará libres» sino «la verdad nos hará libres». Hubiese bastado con leer a san Juan en su evangelio 8:31-32, «Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»

 

Quizá no esté de más recordar las imaginarias ofertas del mercado de la cultura, desde la religión a la espiritualidad, pasando por la filosofía práctica, la meditación y las terapias corporales, que acoge Montse Batlle en este libro. Pues no basta con señalar, como lo hace la autora, que «el viaje es largo y complejo… para quien ha quedado atrapado y se define basándose en identificaciones familiares». Bueno es, como decía Periandro el corintio «Romper con las malas inclinaciones que hayas adquirido en tu vida». El psicoanalista Luís Darío Salomone dice que el libro presenta «dos grandes ámbitos esenciales: por un lado la psicología y por el otro la mística». Pero, en realidad, de lo que se trata es del deseo de Montse Batlle, pues ella misma confiesa que de lo que se trata es de «aunar la mística con el psicoanálisis.»

L. del Á: Montse Batlle y algunos de sus entrevistados se refieren al compañero de viaje en el deseo de liberarse de los traumas afectivos.

 

José Miguel Pueyo: Una cuestión primordial en este libro es saber quién es el compañero de viaje ideal que ayudará a una persona, sin aprovecharse de la vertiente imaginaria de la transferencia, a liberarse de lo que le priva de libertad.

 

Conocido es que un adicto puede ser una persona libre socialmente, pero pocos desconocen que dejar dinero a su alcance es colaborar a su adicción. Esto es algo que tendrían que haber tenido en cuentan quienes en este libro ensalzan la libertad sin establecer distinciones clínicas.

 

Queda claro que no es lo mismo un viaje con Freud o Lacan, que con Friedrich Nietzsche (1844-1900) o san Agustín (354-430). Sin embargo, nada más lejos por mi parte que prohibir con qué ideas uno quiere estropearse. 

 

J.F: En el Prólogo, el mencionado profesor de filosofía Joan-Carles Mèlich, siguiendo al autor del Antiedipo, el filósofo parisino Gilles Deleuze (1925-1995), sostiene que el libro de Montse Batlle «son diálogos que dan a pensar, que provocan la reflexión y la duda. No se trata tanto de encontrar respuestas. Lo importante es atreverse a pensar.»

 

José Miguel Pueyo: Atreverse a pensar no es tan difícil como decía el poeta latino Quinto Horacio Flaco (65 a.C. - 8 a.C.) en la Epístola II del Epistularum liber primus, «Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, incipe», (Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza), sentencia que repetía uno de los más ilustres pensadores de la Ilustración, el prusiano Immanuel Kant (1724-1804). Nadie en su sano juicio afirmaría que no piensan los corruptos, los pederastas, los terroristas...

 

Estamos ante un libro con no menos de diez teorías distintas sobre el hombre y sus vicisitudes, y distintos procedimientos para solucionarlos. A lo que cabe añadir que la autora desea dejar al lector plena libertad de elegir el camino-saber-teoría que considere el más óptimo para erradicar lo que le preocupa o incluso adquirir saber acerca de qué es el sujeto humano y qué son producciones, ya sean culturales en sentido estricto o tengan otro carácter.

L. del Á: En la presentación del libro en Casa del Libro, Victoria Cirlot anunció que «el libro de Montse Batlle está atravesado por preocupaciones comunes.

 

José Miguel Pueyo: Y añadió «El sujeto que vive la vida, el vacío que ha de crear, la búsqueda de sentido. Estos son los temas que se van desplegando en el libro… Esa intermediación que hace que eso real es para darle sentido, y por ello estas entrevistas resultan muy iluminadoras.»

 

Sin embargo, las preocupaciones no son tan comunes. Además, tu biografía poco tiene que ver, quizá menos aún la mía, con la de Montse Batlle, incluso de ser parecidas en la novela familiar, podrían ser muy diferentes en los efectos.

Quienes desconocen qué es el psicoanálisis suelen presentarlo desde lo que he llamado «Teoría de la margarita», teoría que viene a decir que todas las disciplinas y saberes son iguales en cuanto a su valor epistémico y ético. Por otro lado, basta con preguntar a algunos historiadores, profesores de filosofía y otras disciplinas para advertir las imaginarias lucubraciones que albergan acerca de la ciencia de la subjetividad.

 

La autora omite preguntar a los profesores que entrevistó ¿qué lugar ocupa el psicoanálisis en sus universidades? Quizá algunos, siguiendo la desafortunada fórmula de Nietzsche, habrían respondido: «Todo son interpretaciones», y se hubiesen quedado tan anchos.

 

J.F: Podría precisar a qué se refiere cuando habla de «Teoría de la margarita.»

 

José Miguel Pueyo: Sólo por un grave desconocimiento epistémico se podría afirmar que el psicoanálisis es una disciplina más entre las que conforman el ámbito de la cultura. Es decir, sólo personas ancladas en prejuicios, propios de personajes, –algunos epistemólogos, curiosamente–, como el marxista Karl Popper (1902-1991) o el argentino Mario Bunge, podrían afirmar que el psicoanálisis es una interpretación más, una hermenéutica entre otras de lo Real, como sería la interpretación que de lo Real hace un psicólogo, un psiquiatra, un teólogo, un economista, un filósofo o un historiador, por ejemplo.

 

Lo que se dice y lo que se elude en este libro invita a recordar que el psicoanálisis da una nueva luz a disciplinas como el arte, la filosofía, la espiritualidad, el malestar en la cultura, la mística, la estética, la antropología o la religión.

 

L. del Á: En la misma contraportada se explica lo que el lector puede encontrar en el libro «Este es un texto único en su género»… y se añade que los entrevistados «aportan su conocimiento para alumbrar el singular camino que cada uno ─cada una de las personas de este mundo, entiendo─ debe transitar en pos de nuestra esencia más profunda… Se trata, en definitiva, de descubrir la prisión mental, emocional, corporal o social en la que tantas personas viven secuestradas y que imposibilita la apuesta por la genuina libertad.»

 

José Miguel Pueyo: El último aspecto que mencionas (esto es, la promesa de conocer las causas por las que una persona sufre y/o no es libre, así como las técnicas para liberarse de esas causas-traumas) anula de alguna manera la primera afirmación (que sea un libro genuino en su género).

 

La mística, los credos y religiones, la espiritualidad, la filosofía práctica, la poesía o el arte, son respuestas tradicionales a la cuestión del deseo, siempre en falta, y en ocasiones esas producciones culturales responden al anhelo de libertad, pero también de goce, a veces absoluto y eterno.

 

Esas respuestas giran alrededor de un vacío, alrededor de la falta incolmable que caracteriza al deseo humano, alrededor de lo que en psicoanálisis llamamos falta-a-ser, aspecto que afortunadamente no ha olvidado la autora. El arte, por la misma razón, no puede hacer feliz al artista.

J.F: Uno de los artistas que aparecen en este libro, en la entrevista titulada «Según crees, así ves», es el pintor y fotógrafo José Manuel Ballester (Madrid, 1960), en cuyas obras, sobremanera en lo que en su día nació como Espacios ocultos, aparece el vacío.

 

José Miguel Pueyo: El vacío anima al sujeto humano a trabajar y, por lo mismo, lo impele a llenar lo que en el mundo del arte se conoce como respuestas al horror vacui, fenómeno que se advierte en las pinturas y esculturas donde las figuras apenas dejan espacios vacíos.

 

Ese fenómeno denuncia el vacío, la falta que está en el centro del deseo humano y lo determina. En la figura topológica del toro, que cabe imaginarla como una suerte de neumático, el objeto a correspondería al agujero central, mientras que el deseo giraría por dentro del aire del neumático sin posibilidad de traspasar la pared del mismo y alcanzar el agujero central del neumático, lugar donde se ubica el objeto a, o sea, sin posibilidad de lograr lo que causa el deseo, ya que el objeto a está para siempre perdido para el sujeto desde su más tierna infancia.

 

José Manuel Ballester puede haberse visto impelido por el inconsciente a representar lo imposible de lo Real. Su manera de percibir la realidad puede tener relación con lo que acabo de indicar. Así es porque dice compartir «la filosofía oriental desarrollada por los primeros filósofos orientales y luego mantenida por los monjes taoístas, que entendían el mundo como una relación permanente entre contrarios, que, fruto de su tensión, están en constante evolución.»

 

De ser así, la posición de Ballester sería ajena a cualquier síntesis, contraria, por tanto, al punto resolutorio entre la tesis y la antítesis que caracteriza a la dialéctica. Por consiguiente, este artista fotógrafo no compartiría la idea del filósofo alemán Friedrich Hegel (1770-1831) respecto a las insuperables bondades del gobierno prusiano, tampoco la idea de Karl Marx (1818-1883) sobre la función emancipadora a nivel mundial del proletariado, y sería así también sobre el proclamado fin de la historia y el elogiado neoliberalismo, por insuperable, del politólogo estadounidense Francis Fukuyama (Chicago, 1952).

 

L. del Á: ¿Son realmente emancipadoras o salvíficas la religión, la filosofía práctica, el panteísmo, la mística o la espiritualidad, como afirman algunos de los expertos que conversan con Montse Batlle?

 

José Miguel Pueyo: La religión, la filosofía práctica, el panteísmo, la espiritualidad, la mística y muchas psicoterapias, estas y otras producciones culturales, lejos de ser liberadoras, lejos de poder emancipar a las personas de sus traumas, los atan a otros síntomas, los cuales pueden ser incluso peores que aquellos de los que se querían liberar.

Es decir, esas producciones culturales suelen añadir al trauma originario uno más: el síntoma que en ocasiones tan humanitariamente algunos individuos, entre los que no faltan gurús de toda clase y condición, proponen como solución.

 

En la postmodernidad, a las respuestas tradicionales para la falta-a-ser, si se quiere a las respuestas ideadas por los hombres desde los orígenes de la historia para el malestar del sujeto en la cultura, se han sumado una masiva producción de objetos tecnológicos, los llamados gadgets del mercado de consumo, objetos que han democratizado el modo de gozar pero que no coartan menos la libertad.

 

El goce, mediante esos objetos que desplazan a los anteriores, ha dejado de ser de una clase social. Tal es lo más común en nuestra época. Un igual para todos que presenta un marcado carácter individualista, narcisista y hedonista. Eso sí, la plusvalía sigue siendo para unos pocos. Y es conocido que no faltan políticos que hacen el agosto mediante un discurso plagado de palabras como libertad, igualdad y solidaridad.    

L. del Á: ¿Podría incidir un poco más en la paradoja que usted, cuando se refiere a la cultura y el lugar que en ella ocupa el psicoanálisis, denomina «Teoría de la margarita»?

 

José Miguel Pueyo: Imaginemos una gran biblioteca, repleta de importantes libros de humanidades y de clínica. La desorientación será para quien no sepa cuál es el libro o los libros que aporten luz a muchos textos de esa biblioteca. Algunos lectores de la biblioteca podrán adquirir mucha información, pero lo subrayable es que sus lecturas apenas les permitirán tener ideas estructurales, conocer el meollo, como se suele decir, del asunto que se trate. 

 

J.F: Lo que usted afirma contradice lo que dicen algunos de los entrevistados por Montse Batlle. La misma autora explica en la Introducción el objetivo que se ha propuesto en este libro, «Las catorce entrevistas de este libro… están elaboradas con el fin de desarrollar, de forma específica pero coral, los temas axiales de este libro: la libertad, la voluntad y el deseo desde sus diferentes aspectos y caminos para llegar a acceder a ellos, planteando cuestiones que nos atañen y convocan a la mayoría, en una u otra área de la vida, a fin de poder elegir y contactar con nuestro anhelo profundo». ¿Se logran esos objetivos?

 

José Miguel Pueyo: Si como se dice los temas axiales del libro son la libertad, la voluntad y el deseo, entiendo que había que haber preguntado a cada uno de los entrevistados de forma clara qué y cómo entendían ellos y su especialidad la libertad, la voluntad y el deseo.

 

El lector tampoco encontrará en este libro, menos aún de manera clara y concreta, el segundo aspecto que enuncia la autora, a saber, «contactar con nuestro anhelo profundo.»

 

Como he mencionado más arriba, optimismo a raudales y no poca ingenuidad recoge otra de las ideas de la autora. Contrariamente a lo que dice Montse Batlle, la libertad de una persona para elegir lo que crea más conveniente no es garantía suficiente de que esa elección será intelectual, psíquica y moralmente la mejor para él y para sus semejantes. Nadie parece entender en este libro que el hombre es un ser social, a no ser, claro está, que se trate de un anacoreta.

J.F: Estará con Montse Batlle cuando afirma, en la Introducción, siguiendo a Sócrates (470-399), «Una vida no examinada no vale la pena ser vivida.»

 

José Miguel Pueyo: Permíteme recordar la sorpresa de Freud durante su estancia en París, 1895-6. Jean-Martin Charcot invitó a aquel becario y joven médico austriaco un día a su casa. Durante la velada, Freud escuchó que Charcot comentaba con otros eminentes doctores que la etiología sexual de la histeria era cierta. Después se preguntó Freud, ¿pero si lo saben por qué no se atreven a decirlo en público? En esta ocasión la cuestión sería ¿Si Montse Batlle entiende que ‘Una vida no examinada no vale la pena ser vivida’ por qué motivo no ha preguntado a las personas que entrevista cómo han examinado sus vidas?

 

J.F: Una de las personas que presentó el libro en el Centre Cultural Blanquerna, en Madrid, el 20 de abril de 2017, el político e historiador Ferran Martorell, dijo que «el libro es enormemente motivador para el mundo del psicoanálisis y el mundo de la espiritualidad, pero también para quienes se hacen preguntas sobre estos aspectos que podríamos llamar esenciales para la condición humana.»

 

José Miguel Pueyo: Discrepo de la opinión del delegado de la Generalitat de Catalunya en Madrid. Y disiento asimismo de la consideración del periodista Jordi Bosch, quien también presentó el libro aquel día, quien afirmó que «a través de las entrevistas [de este libro] te permite conocer muchas cosas… lo he leído, lo he releído… y me ha aportado, me ha valido, y me ha servido para mi propia proyección personal, y por tanto te agradezco que lo escribieras.»

J.F: ¿Advierte usted aspectos inconscientes en el origen de este libro?

 

José Miguel Pueyo: Algunos pensamientos inconscientes pueden haber inspirado los objetivos que han puesto a trabajar a Montse Batlle en este libro.

 

Uno de los deseos explicitados por Montse Batlle es ayudar a las personas que padecen porque no pueden hacer realidad sus deseos y, por tal motivo, se ven privadas de libertad.

 

En ese loable deseo de ayudar al semejante la autora quiere huir de dogmatismos teóricos y/o clínicos, hecho que explicaría que, para ese fin, recoja en su libro diferentes caminos presentados por expertos en distintas materias.

 

Quizá por su particular novela familiar y cuestiones de carácter intelectual, Montse Batlle defiende, como valor por excelencia, la libertad de poder elegir uno mismo el camino que crea más conveniente para deshacerse de sus ataduras afectivas e intelectuales.

 

Pero cabe objetar que la autora no contempla ¿desde dónde, desde qué óptica una persona puede discriminar el mejor camino para él?

 

Por otro lado, advierto un grave error intelectual en el deseo de Montse Batlle de «aunar el psicoanálisis con la mística», como dijo en una entrevista en TV Girona, el 3 de febrero de 2017. Tal deseo nada tiene que ver con lo que es más que una sugerencia por parte de Lacan, «Mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época», y en mi opinión el deseo de la autora está más cerca de adaptar a Freud y a Lacan a propuestas ideológicas y/o a su deseo inconsciente. No es menos evidente el exceso que implica el deseo de quedar bien con todos, lo cual, como todo en la vida, no es ajeno a la biografía.

 

Más allá de la denuncia tácita a quienes un día coartaron su libertad, Montse Batlle viene a decir, siguiendo al sacerdote jesuita y psicoterapeuta Anthony de Mello (1931-1987), que hay que curar las heridas con procedimientos psicológicos, para sólo después completar el proceso, si ese es el caso, con los vendajes espirituales.

 

 

REFERENCIAS TEÓRICAS DE MONTSE BATLLE

 

 

L. del Á: En la presentación del libro en Madrid, Montse Batlle, y quizá como deferencia al monje de la Abadía de Montserrat, Lluís Duch (Barcelona, 1936), que es otra de las personas con las que la autora conversa, dijo «ahora quiero estudiar Filosofía antropológica a ver qué es porque realmente me dejó maravillada». Y añadió, «La referencia a Jung a mí me gusta, es una entrevista cremosa, es como la religión, sienta bien, nos da sentido a nuestras depresiones.»

 

José Miguel Pueyo: Quizá son esas las referencias teóricas de Montse Batlle, o sea, Jung, la religión y quizá ahora también lo que ella denomina Filosofía antropológica.

 

L. del Á: En las primeras páginas del libro, concretamente en la página 11, después de los agradecimientos, Montse Batlle, tal vez como idea rectora de su pensamiento y signos de sabiduría universal, presenta dos citas. La primera de un filósofo, Platón (427-347), en la que el célebre ateniense afirma que «La libertad es ser dueños de la propia vida», mientras que la segunda sentencia es del dirigente político hindú Mahatma Gandhi (1869-1948), «No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna.»

 

José Miguel Pueyo: Pueden ser esas las referencias intelectuales de la autora. Sea como fuere, presentar a un consumado misógino, a un personaje que estratificó la sociedad en clases, siempre comandada por el amo-filósofo de las inmutables ideas, y para quien el esclavo y las mujeres, además de no tener alma, eran aceptables en tanto gente necesaria para llevar a cabo actividades secundarias, no parece que tenga mucho que ver con la libertad.

 

Pero sin duda no fue mejor la idea del profesor y fundador de la American Philosophical Practitioners Association, Lou Marinoff. Este canadiense aconsejaba más Platón y menos Prozac, cuando, como la experiencia ha demostrado, el deterioro intelectual e incluso moral que pueden provocar algunas tesis del célebre ateniense no es menor que el de la fluoxetina para el cerebro.

 

Respecto a Gandhi, es conocido que su pacifismo espiritual y buenas intenciones fueron impotentes en una sociedad que, pese a sus innumerables monasterios budistas, una mujer es violada cada minuto.

 

   

UN LIBRO ANUDADO A LA BIOGRAFÍA DE LA AUTORA

 

 

L. del Á: En la presentación del libro en Madrid, Montse Batlle fue explícita respecto a la dimensión biográfica del libro.

 

José Miguel Pueyo: «Yo me sentí no libre de desear lo que yo quería hacer en mi vida, y desde ahí yo hablaba de la libertad. Mi deseo no tenía camino», dijo.

 

Debo señalar que mi práctica clínica me hace precavido en el asunto de encontrar el camino. Y no sólo por la existencia de un libro con ese título, Camino, de José María Escrivá de Balaguer (1902-1975), fundador del Opus Dei. Muchas personas han entrado en esos y otros caminos, y el psicoanalista conoce la angustia de muchas de ellas en la demanda de que las saquemos de sus entrampamientos.

 

No es menos destacable que del mismo modo que el deseo de saber es una opción y no un imperativo, señalar que la autora, quizá movida por su novela familiar, no advierte en su libro la prolijidad del furor sanandi, un factor contra el que Freud advirtió en más de una ocasión.

 

L. del Á: El libro, lo dice de alguna manera Montse Batlle, tiene mucho de biográfico, y eso en el sentido de que ella siempre ha buscado la libertad por motivos personales.

 

José Miguel Pueyo: Freud no dejó de señalar que el saber intelectual en modo alguno podía suplir el análisis con un psicoanalista.  Imagino que la autora conoce que nadie se cura y/o puede discriminar las causas de los fenómenos culturales leyendo religión, a los místicos, filosofía práctica, pintando, organizando actividades lúdicoculturales, escribiendo, o con ejercicios deportivos, por ejemplo. Puede ser un erudito en esas materias, mas no faltan los simples repetidores.

 

Siendo estos aspectos esenciales en este libro, no atisbo a ver qué oscura razón impide a la autora siquiera mencionarlos, y lo que incluso puede resultar más sorprendente, que tampoco lo hagan los psicoanalistas con los que conversa.

 

 

DEL SABER Y LAS OPINIONES DE LOS EXPERTOS QUE APARECEN EN EL LIBRO Y EN LAS PRESENTACIONES DEL MISMO

 

 

L. del Á: En la presentación del libro en Casa del Libro, en Barcelona, Montse Batlle afirmó que «el nivel de las personas que había entrevistado era altísimo, estoy muy satisfecha… ellos son los evangelistas, que nos nutren, en el siglo XXI». ¿Qué opinión le merece estas afirmaciones?

 

José Miguel Pueyo: Sin duda ella tendrá motivos para afirmar que son sus evangelistas. Es evidente que no son los míos, sin duda tampoco los tuyos, y como tú misma habrás advertido, esas personas en modo alguno pueden alumbrar el siglo XXI.

Yo también tengo a la libertad como valor fundamental, y eso hasta el extremo de entender que cada cual es libre de estropearse con lo que considere oportuno. Pero la ética debe acompañar a la libertad, más si el sujeto es menor de edad. A mí la libertad nunca me ha impedido entender que la creación de subjetividades responde a traumas mal curados, entender también lo que el teórico social francés Michel Foucault (1926-1984) denominaba, más si cabe en el ámbito de la biopolítica, en los medios de comunicación y en las enseñanzas que imparten algunas universidades, «Poder pastoral.»

 

J.F: En la presentación del libro en Madrid, el mencionado periodista Jordi Bosch, se refería  a las personas que aparecían en el libro como «sabios.»

 

José Miguel Pueyo: Presentó al menos dos acepciones de la palabra sabio. La primera de ellas, aunque no fue taxativo, corresponde a las personas que aparecen en el libro, quienes como «sabios» que son, conocen muchas cosas y tienen el deber moral de transmitirlas; mientras que la segunda acepción fue la despectiva del sabelotodo. Para mí ninguna de las dos acepciones son aplicables a las personas que aparecen en este libro. Considero más bien que se trata de personas corrientes, personas que sostienen sin sonrojo opiniones triviales, desconcertantes, ideológicas y trasnochadas.

 

Quizá quepa aquí el apotegma de Jenófanes de Colofón (580 a.C.- 475 a.C.), «Hay que ser sabio para poder reconocer al sabio». Y como siempre se ha dicho, para gustos los colores. La catedrática Victoria Cirlot fue taxativa en Barcelona, «ninguno de los entrevistados habla de supuestos no verificados». La cuestión es, en primer lugar, qué importancia cultural y clínica tienen esos supuestos.

 

L. del Á: Por otro lado, Jordi Bosch se quedó prendado de la expresión del monje de la Abadía de Montserrat «empalabrar» nuestra vida.

 

José Miguel Pueyo: Lo diré con toda claridad: no basta con hablar, y empalabrar la vida no impide que uno pueda estar cada día más loco. Es decir, el bla, bla, bla, es la conditio sine qua non de la cura psicoanalítica, pero es la palabra y el silencio del psicoanalista lo que hace la diferencia primera y radical del psicoanálisis respecto a las psicoterapias, muchas de las cuales proceden mediante la persuasión. Frente al elogio de la cura por la palabra de personajes como el médico y ensayista Pedro Laín Entralgo (1908-2001), yo siempre he mantenido que la palabra o la lectura, por sí solas, pueden hacer tanto o más daño que el electroshock.

 

 

DE LAS BONDADES Y LIMITACIONES DEL LIBRO

 

 

J.F: La catedrática de filología romántica en la Universitat Pompeu Fabra, Victoria Cirlot, en la presentación del libro en Casa del Libro, en Barcelona, el 19 de diciembre de 2016, declaró «estar muy satisfecha de este libro.»

 

José Miguel Pueyo: Llegó a decir «que el libro es apasionante. Yo lo he leído de un tirón, sin poder dejarlo, durante toda una tarde». De un tirón durante toda una tarde, creo que es poco tiempo para un libro en el que aparecen más de diez disciplinas diferentes.

 

La cuestión, entre otras, es para qué le ha servido la lectura del libro y, si, como ella afirma, el libro es tan apasionante, debería, más siendo profesora, argumentarlo detalladamente por escrito.

 

Cirlot quiso destacar de Montse Batlle «la amplitud de intereses, su situación en una búsqueda de respuestas a muchas preguntas… con toda una serie de preocupaciones que quedan bien patentes en la Introducción [que es de la autora].»

 

La Introducción y por lo que se dice en las presentaciones del libro, dejan claro que Montse Batlle sigue su búsqueda. Su búsqueda tal vez responda a que no ha podido reconocer la óptica que permite advertir qué es el sujeto humano, porqué sufre, y cuál es el sentido y la función de las producciones culturales que los hombres siguen creado desde la aurora de los tiempos para obturar la falta-a-ser y el malestar en la cultura. Por otro lado, omitió preguntar a Victoria Cirlot por el deseo de encontrar el santo Grial.

 

L. del Á: ¿No cree que entre los límites de este libro se encuentra un desorientador eclecticismo y un exceso de quedar bien con todo el mundo?

 

José Miguel Pueyo: Montse Batlle está entre los que creen que los acólitos de una producción cultural son absolutamente conscientes del deseo inconsciente que está en el origen de la misma.

 

Quien piensa desde el eclecticismo no suele ser ajeno a los imperativos del superyó, tanto al menos como puede estarlo el dogmático. Uno y otro ven el mundo y a la gente desde su prisma ideológico.

 

Además, el ecléctico, el absolutista y el rebosante de buenas intenciones suelen impedir la libertad y el progreso intelectual y aun moral de las personas a las que pretenden ayudar.

 

J.F: Se refiere usted a una modalidad de los traumas no resueltos, traumas que, como denuncia a los agentes provocadores del trauma, se manifiesta en el deseo del ayudar al semejante.

 

José Miguel Pueyo: Hay que resolver los problemas de uno antes de intentar ayudar a los demás. El intento de ayudar a los otros esconde muchas veces los problemas afectivos del samaritano. De aquí que el experimentador puede contaminar, ya sea con ideología, narcisismo o por el medio en el que trabaja, el objeto de estudio. Tampoco hace daño saber que «Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla», y estoy también de acuerdo con el Freud que dijo que «Con solo temer a la mediocridad, ya se está a salvo.»

 

L. del Á: El psicoanalista lacaniano Gustavo Dessal (Buenos Aires, 1952), que es otra de las personas que conversa con Montse Batlle, afirmó en Madrid que el libro le había «resultado muy ameno.»

 

José Miguel Pueyo: Su argumento fue «porque hay bastante variabilidad de temas y puntos de vista… invita a leer… puede interesar a un público muy amplio de personas… a todas aquellas que estén interesadas en los temas profundos de la condición humana, creo que encuentran aquí páginas magníficas». Quizá en la presentación de un libro, más por haber participado en el mismo, lo que uno piensa se califica de ese modo. Desconozco si es este el caso de Dessal.

 

J.F: El licenciado en Antropología cultural y doctor en Teología, Javier Melloni (Barcelona, 1962), así como experto en diálogo interreligioso y mística comparada, cuyo último libro es El cristo interior. (Herder. Barcelona: 2010), es otro de los entrevistados por Montse Batlle, y otra de las personas que ensalzó el libro en La Casa del Libro, en Barcelona. 

 

José Miguel Pueyo: El libro le pareció a este jesuita «muy bello» por las diferentes respuestas que presenta, y «porque cada cual encuentra su clave hermenéutica de lo Real». Creo que hubiese bastado con pensar en los libros de historia de la filosofía para dejar de lado ese trivial argumento.

 

J.F: Otras personas no se han enterado siquiera del formato del libro.

 

José Miguel Pueyo: En el Ateneo de Barcelona, el 16 de febrero de 2017, una de ellas llegó a afirmar, «No es este el primer libro de Montse Batlle, pero sí el primero en formato de conversaciones y entrevistas.»

 

L. del Á: Dado que estamos hablando de un libro de conversaciones, y más exactamente de entrevistas, hacer preguntas pertinentes por parte del entrevistador/a, resulta crucial.

 

José Miguel Pueyo: El psicoanalista junguiano y homeópata Carlos Ventura (Barcelona, 1958), otra de las personas que entrevista la autora, mencionó ese aspecto en la presentación del libro en la Casa de la Cultura, en Girona, el 21 de diciembre de 2016, «No piensen que preguntar es un cosa fácil, no lo es… es un arte… y eso lo hace muy bien Montse. Es un don, eh?... leyendo las entrevistas de la Montse… es como si nos estuvieran entrevistando a nosotros, a cada uno de nosotros, cuestionándonos… así dudamos de lo que creíamos saber y abrimos la puerta al arte de la hermenéutica, al diálogo socrático entre dos que saben que no saben.»

 

Es posible que algunas personas al leer el libro de Montse Batlle duden de la veracidad de lo que creían. Dudar es necesario en ocasiones, no menos que cambiar de opinión, pero nadie puede asegurar que por dudar o cambiar de opinión estará más cerca de la verdad.

 

L. del Á: Victoria Cirlot también se refirió a la cuestión de la pregunta en la Casa del Libro, en Barcelona.

 

José Miguel Pueyo: Esta especialista en estudios medievales y mística dijo, «La entrevistadora, una periodista, Montse Batlle, conoce los libros y las preguntas salen de sus lecturas, las lecturas que ha hecho Montse de esas obras…». Bueno, puede ser gratificante para algunas personas oír alabanzas, pero ocurre no pocas veces que lo que es grato aparta a las personas de la realidad.

J.F: El periodista y escritor Antoni Puigverd (Bisbal d’Ampurdà, 1954), que fue una de las personas que presentaron el libro en Girona, se refirió también a «saber preguntar.»

 

José Miguel Pueyo: Antoni Puigverd interpretó: «La Montse lo que quiere es preguntarse a ella misma y encontrar la voz profunda del experto que puede ser el poeta, que puede ser el filósofo, que puede ser el antropólogo, que puede ser el psicoanalista de diversas tendencias.»

 

Discrepo de Puigverd. No es poco atrevimiento intelectual hablar de psicoanálisis sin conocer siquiera sus rudimentos. Me explicaré, lo que pueda decir un poeta, las afirmaciones de no pocos antropólogos, las lucubraciones de un filósofo, ya no digo lo que puede afirmar sin empacho un teólogo o un místico, todo ello nada tiene que ver con lo que dice o calla un psicoanalista a su analizante. Y así es también en el Psicoanálisis en Extensión, baste señalar al respecto lo que nuestra clínica descubre en las producciones culturales.

 

J.F: Creo que esta cuestión da pie para diferenciar la ética del psicoanálisis de las éticas de las otras disciplinas que aparecen en el libro.

 

José Miguel Pueyo: Existe una radical diferencia entre la ética de los ideales, que es la ética de las disciplinas y saberes no psicoanalíticos, y la ética del bien decir del síntoma, que es la que está en la base del acto psicoanalítico.

 

Las disciplinas fundamentadas en la ética de los ideales suelen tener en común aprovecharse de la transferencia. Esto es, aprovecharse de la delegación de poderes que otorga una persona angustiada o que quiere saber, al maestro espiritual, al místico, a algunos psicoterapeutas, al teólogo, al filósofo moral o al gurú.

 

Contra la persuasión, Freud opuso, no el análisis de la transferencia, sino la neutralidad controlada del psicoanalista y el psicoanálisis basado en la ilusión de que el psicoanalista es el objeto a, el agalma, el saber por excelencia, pues de lo que se trata en un psicoanálisis es que el analizante advierta, merced a que el psicoanalista sostiene esa ficción, en lo que está entrampado.

 

Me resulta un poco incómodo repetir estas obviedades, pero visto lo visto entiendo que no sería ético eludirlas.  

L. del Á: No ha dejado de sorprenderme que cuando Agustín Pániker (Barcelona, 1959) habla de Montse Batlle utilice, –o quizá el lenguaje lo utiliza a él–, la palabra «reincidente.»

 

José Miguel Pueyo: En qué estaría pensando el publisher y propietario de la Editorial Kairós con la expresión «reincidente» al referirse al segundo libro de la autora en su editorial.

 

J.F: Hubo intervenciones críticas en alguna de las presentaciones del libro. En el Centre Cultural Blanquerna, en Madrid, el 20 de abril de 2017, una de las personas que presentaba el libro, el periodista Jordi Bosch, reprochó a Montse Batlle que tampoco hablase ella en su segundo libro.

 

José Miguel Pueyo: El reproche de Jordi Bosch lo considero insustancial e innecesario incluso como sugerencia.

 

El profesor de filosofía de la UdG (Universitat de Girona) Ramón Alcoberro, espetó a la autora un igual reproche en la presentación del libro en el Ateneu de Barcelona, el 16 de febrero de 2017, «Yo tengo la sensación de que Montse Batlle algún día escribirá un libro en que no hará la trampa de ponerse caretas de algún otro.»

 

En la presentación del libro en la Casa de la Cultura, en Girona, Montse Batlle, explicaba, «Bien,… Toni Puigverd dijo… tienes que escribir algo tú…. y ya me ves a mi desde el mes de enero, durante nueve meses escribiendo unas tristes diez páginas, pero es que…me costaba tanto. Es evidente que yo sé preguntar, me encanta escuchar… Y bueno… me costó una crisis de ansiedad. Ya estoy acostumbrada (risas del público) de tener crisis de ansiedad, las tuve desde pequeña… y al final lo he conseguido… te dedico este prólogo también (mira a Puigverd) porque bueno, otra Introducción no la haré nunca más, porque ha sido horroroso, pero... bueno…aquí está, en definitiva no he hablado mucho porque aquí hay diez páginas en las que yo he expresado lo que realmente a mí me ha afectado… este título de la voluntad secuestrada y en busca de la libertad, como que pienso que todos tenemos esta vulnerabilidad, y entonces pienso… en este anhelo y por eso he escrito el libro, para compartirlo con todos, porque todos tenemos eso en común, la vulnerabilidad…»

 

L. del Á: ¿Cree usted que los asuntos a tener en cuenta eran otros?

 

José Miguel Pueyo: Si alguien quiere escribir libros de entrevistas, entiendo que los reproches están de más. Los asuntos cruciales son otros. Por ejemplo, el valor de las preguntas y la genialidad del entrevistador en la entrevista. El entrevistado no puede estar erre que erre en el asunto que quiere divulgar-defender. Por anclado que esté en su disciplina, el entrevistado puede presentar ideas interesantes por ser un sujeto humano, o sea, por ser un sujeto-del-inconsciente, ideas de las que él mismo puede aprender merced al levantamiento de la represión que ejerce, durante la entrevista, el entrevistador. En fin, la sorpresa está a la vuelta de la esquina pero siempre y cuando el entrevistador esté libre del amor y el odio, también de la ignorancia, pues esas pasiones del Yo impiden al entrevistado advertir contradicciones así como ideas triviales y superadas en lo que dice.  

L. del Á: Esta última cuestión invita a tratar la pretensión de algunos intelectuales y clínicos que afirman haber superado a Freud y, por ende, al psicoanálisis. 

 

José Miguel Pueyo: Asunto de marketing, se ha dicho en ocasiones, y no deja de ser en parte, pero sólo en parte, cierto. Tan osada e imaginaria pretensión la esgrimen quienes por razones ideológicas, intelectuales y aun personales han comprendido poco y mal la aportación de Freud a la clínica y a la cultura y, por consiguiente, ignoran, algunos de manera absoluta, qué es el psicoanálisis.

 

Lacan continúa esa denuncia en la clínica y en el Psicoanálisis en Extensión. Se trata de evitar que a lo inconsistente de lo Simbólico no le siga una producción sintomática Imaginaria, como podría ser el saber del maestro espiritual, del gurú o de un sinfín de psicoterapeutas y psiquiatras, pues no pocos de ellos intentan taponar, mediante la persuasión de sus imaginarios y aun aprovechados saberes, el vacío que caracteriza a lo Real. El discurso Amo que preside sus actuaciones impide al sujeto que cae en sus redes inventar algo mejor para su vida que una oscurantista ideología y la persistencia de nuevos síntomas.

 

J.F: Victoria Cirlot planteó ese problema a su manera. En la presentación del libro en la Casa del Libro, en Barcelona, afirmó «… este libro trata del modo o los modos en que las personas nos podemos enfrentar ante ese ejercicio difícil, tan difícil, que es vivir… a la búsqueda del sentido de la vida.»

 

José Miguel Pueyo: Es obvio que lo que dice esta catedrática denuncia lo que ella puede leer en el libro, más allá de la amistad con la autora, que eso es algo que yo desconozco.

 

La cuestión a destacar, o si se quiere todo el problema es con qué objeto y/o discurso una persona intentará taponar lo que los filósofos denominan vacío existencial. Es decir, con qué objeto una persona podrá obturar la inconsistencia del lenguaje humano, siempre equívoco en tanto que está abierto a otra significación que la manifiesta, pues como acertadamente decía Lacan «no hay metalenguaje, no «existe Otro del Otro, como «tampoco hay relación sexual». (No es lo mismo trabajar en el campo, hacer deporte o estudiar que robar a lo Jordi Pujol y Rodrigo Rato, y ninguno de los dos observaron la máxima de Sófocles, «Ninguna institución ha surgido peor para los hombres que el dinero»). Los mencionados aforismos de Lacan permiten comprender adecuadamente ideas filosóficas como la que recordé de Nietzsche («Todo son interpretaciones»), así como la incerteza del vienés Ludwig Wittgenstein (1889-1951), otro filósofo que advirtió, pero solo advirtió la falta en el Otro, lugar del significante, o sea, al menos un significante que caracteriza y diferencia radicalmente al lenguaje humano del lenguaje animal y de los códigos semióticos al uso.

 

J.F: Entiendo que se refiere a los peligros que comportan algunos saberes y disciplinas para el progreso intelectual, las afecciones psíquicas y la ética.

 

José Miguel Pueyo: Así es porque para el llamado vacío existencial están bien dispuestas, siempre al acecho o incitando con sus persuasivas ofertas, muchas producciones culturales, sobremanera las informadas por la ética de los ideales, me refiero a la filosofía moral, a la religión, a la espiritualidad, a la meditación, al yoga, a la terapia cognitivo conductual, a la hipnosis, a la acupuntura, al midfullness, o los fármacos de la psiquiatría. Sin excepción estas construcciones humanas pregonan el lema latino Tua res ágitur (Es por tu propio interés), a lo que yo no dudo en responder con Virgilio Marón (70 a.C.-19 a.C.), Timeo Danaos et dona ferentes (Temo a los griegos, incluso cuando traen regalos).

 

 

DE LAS IDEAS Y OTROS ASUNTOS DE LAS PERSONAS ATINENTES AL LIBRO

 

 

J.F: Entre las producciones culturales, el auge de la espiritualidad en nuestros días no solo obedece al declive de los metarrelatos como la religión cristiana o el marxismo. ¿Lo ve de esta manera?

 

José Miguel Pueyo: Existe un notable aturdimiento universitario en el campo de las humanidades, y el hecho de introducir materias de todo tipo y condición en el intento de salvar la cuenta de resultados es uno de los elementos que explica no pocos aspectos de la lamentable situación de la cultura en nuestro país.

Casi sin excepción, los expertos que aparecen en este libro omiten factores cruciales de la hipermodernidad, como la incidencia de la publicidad en las costumbres y, por lo mismo, toda referencia a la biopolítica. Apenas se mencionan la incidencia en la subjetividad de los gadgets-fetiches, menos incluso se habla del declive de la cultura en nuestro país, todos parecen ajenos a los problemas de la legislación respecto a la libertad, mientras que los clínicos no consideran pertinente hablar de las farmacéuticas en relación a la libertad y la salud, una industria, la segunda en facturación a nivel mundial después de la armamentística, animada cada vez más por algunos mitos de las neurociencias. El biólogo danés Peter Christian Gotzsche (1949) apenas exagera cuando denuncia que la industria farmacéutica ha corrompido por completo el sistema de salud.  

 

L. del Á: Indica usted lo lejos que está este libro del aforismo de Lacan «Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época.»

 

José Miguel Pueyo: Los psicoanalistas que conversan con Montse Batlle apenas tienen en cuenta en este libro la recomendación del psicoanalista francés.

 

L. del Á: Usted también se refiere, si no lo he entiendo mal, a otro aforismo de Lacan «La psicoterapia conduce a lo peor», en la que cabe la crítica de Lacan a lo que proponen muchas producciones culturales para la falta-a-ser.

 

José Miguel Pueyo: Que esos asuntos no los traten los especialistas en religión, mística, los medievalistas, los artistas, los filósofos… no me sorprende. Lo curioso es que la autora haya dejado al margen las «nuevas religiones del sujeto hipermoderno», esto es, las religiones que van reemplazado sin pausa a las tradicionales, desde el deporte, con o sin doping, hasta la combinación religión-pedofilia, misticismo-meditación-corrupción de algunos indeseables personajes que han sido e incluso siguen siendo líderes religiosos y políticos. Opino que tenían que haber incidido en la adicción al móvil, ya no digo que sacasen a colación a los hikikomoris, cuyo goce, único y predilecto, es el ordenador en la habitación que apenas pueden dejar un instante, o las características de lo que se conoce como psicosis ordinaria.

 

L. del Á: Usted insiste en la relación entre la falta-a-ser del sujeto humano y lo que proponen para esa falta algunos intelectuales y clínicos.

 

José Miguel Pueyo: La cuestión, esencial donde las haya, es que la ética psicoanalítica, como dije, es ajena a la ética de los ideales. Quiere ello decir que el psicoanalista, lejos de recomendar un objeto para la falta-a-ser, desalinea al analizante de los objetos en los que está entrampado y, correlativamente, permite al analizante una invención, esto es, que otro objeto advenga al lugar de los objetos-identificaciones patógenas (como serían los ideales del terrorista, la promesa de la religión, la espiritualidad y el panteísmo, el ascetismo místico…), traumas e identificaciones que impiden progresar a la persona en el ámbito intelectual, psíquico y aún moral.

J.F: Uno de los personajes entrevistados por Montse Batlle, Javier Melloni, muestra su desconfianza respecto a poder saber sobre lo Real.

 

José Miguel Pueyo: Melloni, que afirmó que «una de las cosas más bellas del libro de Montse Batlle, es que cada cual está en una disciplina diferente», se contradice cuando dice «que no alcanzaremos a dar respuesta a ese porqué», referido a lo Real. Se contradice porque él ya ha encontrado la respuesta. La ha encontrado porque sostiene «que todos los ámbitos están relacionados y que somos una unidad psicosomática y espiritual.»

 

L. del Á: Contradictorio y ateo, ¿no cree?

 

José Miguel Pueyo: Es evidente que este teólogo hubiese sido tildado de ateo en otra época por esas ideas, al menos al modo que lo fue el judío holandés Baruch Spinoza (1632-1677).

 

En lo que dice Melloni se escucha el antiquísimo anhelo panteísta. Así es cuando sin ambages afirma que existe «un principio oceánico según el cual somos gotas de agua en el mar, olas de su oleaje y en que nuestra existencia individual es irrelevante en relación con la inmensidad del océano.»

 

El psicoanalista Luís Darío Salomone, en el Epílogo del libro, se refiere también a ese sentimiento oceánico, el cual fue presentado por Freud en El malestar en la cultura, 1929. En la causa de ese sentimiento de pertenencia y retorno al Todo, se encuentra el desvalimiento infantil y el deseo narcisista de suturar la herida narcisista del Yo volviendo a la idílica, real o imaginada, relación materno-filial. (Estamos en las mismas… a la derecha del Padre o fundidos en el Universo-Dios).

 

Este asunto, más aún porque el libro de Montse Batlle está repleto de mística, religión, espiritualidad y panteísmo, merecía mucha más concreción. Salomone, por lo demás, no presenta diferencia alguna relevante entre el misticismo y el psicoanálisis.

 

L. del Á: El deseo en la continuidad del panteísmo antiguo con la espiritualidad moderna es sumamente interesante, también por la pretensión de los espiritualistas modernos de haber superado las religiones del Libro.

 

José Miguel Pueyo: El deseo es el mismo. Todas las ideologías insisten en que tenemos una misión en la vida, lo cual no está mal del todo, pero siempre y cuando esa misión no sea la del deseo del otro. 

 

El panteísta sueña con hacerse Uno con el Otro. Algunos de los que profesan tan antigua y narcisista filosofía hablan de disolverse en el océano de la Naturaleza o en el Universo, que son figuras de Dios.

 

Como he dicho, no se trata en ese discurso sino de metáforas de la añoranza de un sujeto que no ha perdido del todo la pasión del abrazo con mamá de la primera infancia, ya sea un abrazo real o imaginado.

 

J.F: En sus cursos usted relaciona a menudo el panteísmo y el platonismo, sobre todo en la versión de Plotino, con la espiritualidad.

 

José Miguel Pueyo: El filósofo, matemático, asceta y conocido político Pitágoras de Samos (569-475), tenía por cierto que el repudio rigorista del placer eliminaría las disputas entre los humanos, y que el alma individual –partícula racional desprendida del Logos divino, el akh de los sacerdotes egipcios–, de retornar pura a su origen regeneraría el Alma del mundo, el principio que presidía la armonía y el orden del Cosmos. En ese panteísmo optimista y paradigma de la politéia cósmica, la salud del cuerpo sólo era un medio para lograr el fin mejor, el Soberano Bien, la beatitud como único y necesario objeto de la vida. 

Años más tarde, el deseo inconsciente de uno de los más célebres filósofos atenienses, Platón (427-347) le hizo escribir en términos parecidos a los del conocido matemático. Movido por la herida narcisista del Yo que pretendía suturar, el discípulo aventajado de Sócrates lo expresaba a la manera del filósofo: «lo esencial de nuestro ser es una chispa desprendida del Alma del mundo». Y no es otro el deseo que albergan los espiritualistas. El mencionado autor de las Enéadas, el filósofo griego neoplatónico, Plotino (205-270), siguió fielmente la voz de su amo.

 

El «por qué» al que se refiere Melloni es lo Real. El problema que introduce ese imposible es que cualquier producción cultural puede ser considerada válida y/o tendría el mismo valor. Quizá el interés de este jesuita por el diálogo interreligioso tiene demasiado peso en sus afirmaciones, y no le impide menos advertir qué es lo Real y sus consecuencias.

J.F: Entre las personas que hacen alusión al panteísmo en este libro, se encuentra el poeta y activista cultural Josep Tarrés (Girona, 1929).

 

José Miguel Pueyo: En la entrevista que lleva por título «La vida como poesía», se presenta como «un hombre curioso… que cree en los campos magnéticos, las fuerzas telúricas». Añade que existe algo sobrenatural que nos impele a buscar «una razón de vivir, un sentido. Mejor dicho, la vida es una búsqueda de ese sentido», y exclama «¡Esta inmensidad del firmamento! ¡Claro que hay algo sobrenatural!»

 

Yo no tengo por qué dudar de las intenciones lúdicoculturales de Josep Tarrés. Baste recordar su participación en el Barrio judío, el Tiempo de flores o en el Pesebre gótico. Pero echo en falta dos preguntas que a mí me interesan más que esas actividades. La primera de ellas es si Josep Tarrés cree que acontecieron los hechos que relata el Pesebre gótico; y la segunda cuestión es si cree que el Dios de Abraham o alguno de sus divinos mensajeros depositaron un escrito, quizá en tiempos medievales, en el Barrio judío de Girona.  

 

L. del Á: El jesuita Javier Melloni conjuga la aspiración narcisista de la filosofía atea del panteísmo con la esperanza, no menos narcisista, del hombre cristiano.

 

José Miguel Pueyo: Melloni lo dice a su modo, «Dios se ha hecho hombre para que el ser humano sea convertido en Dios»… se trata de participar en la plenitud del Ser dándose…, vivir este continúo verterse de Dios, colme nuestro ser y a la vez se convierta en donación.»

 

El ascetismo no impidió subrayar a Pitágoras, «Seguir mis preceptos y seréis como dioses». Melloni no llega a tanto, pero afirma «Dios se ha hecho hombre para que el ser humano sea convertido en Dios». En cuanto a lo que aporta la resurrección de Jesús a la conciencia personal y colectiva, este jesuita también lo tiene muy claro, «afecta a todos los órdenes… tal es la pascua colectiva que estamos viviendo no solo en el cristianismo, sino en todas las religiones y también en el ateísmo». Y a la pregunta ¿Cómo nos despierta Jesús? Melloni dice, «Su vivir pleno, sin reservas, radicalmente abierto, nos saca de nuestra existencia aletargada y fragmentaria». Si tal cosa fuera verdad, sin duda la deberían conocer los yihadistas. Pero mucho me temo que esos individuos no creen que Jesucristo sea el Mesías, y tenga siquiera poder para salvar a los de su parroquia.

 

Javier Melloni, que quizá pretenda Vítam impéndere vero (Consagrar la vida a la verdad), o sea, consagrar su vida un tanto ascética a la verdad, por tener, tiene hasta un ideal del hombre. Lo presentó en Casa del Libro, en Barcelona, según las tres etapas por las que pasó Anthony de Mello, la espiritual, la psicológica y la mística. Pero añadió, «desde mi punto de vista… o sea teniendo en la mente el modelo agustiniano y trinitario, me parece que la espiritual sería la última.»

 

J.F: Algunas personas apuestan, como decía el célebre poeta latino Ovidio Nasón (43 a.C.-17 d.C), por lo peor.

 

José Miguel Pueyo: Creo que te refieres al Vídeo meliora provoque, deteriora sequor (Veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor). Abrazados a mitos y/o motivados por las ofertas marketing, no son pocos los que hacen el caldo gordo al amo neoliberal. Pero de tan magra suerte, individuos de misa de seis y/o de retiros zen y espirituales se ven hoy entre rejas, mientras que los humanistas y los terroristas aspiran al goce absoluto y eterno, y a las fiestas ideológicas tampoco faltaron algunos de los constreñidos en los oscuros nichos del campo santo.

 

Tales son algunos de los efectos de quienes quisieron curar sus traumas con objetos que consideraron óptimos para su goce. Se conoce que la oportunidad hace al ladrón, pero se suele olvidar que el superyó está bien dispuesto para la inhibición y la transgresión y, por lo mismo, que el justo medio que preconizaba el más grande de los estagiritas se queda habitualmente en un ideal.

J.F: De ahí que algunas personas crean que los budistas tienen razón cuando proponen erradicar el deseo por ser la fuente del sufrimiento.

 

José Miguel Pueyo: Si desear es la fuente esencial de sufrimiento humano, la solución es simple, no desear.

 

Ocurre que, no desear, es ya desear algo. Además, si uno vive en el Himalaya, por ejemplo, con algunos mantras y un cuenco de arroz quizá sea feliz.

 

Pero entre los personajes indeseables tampoco faltan, lo hemos visto recién en los medios de comunicación, budistas narcotraficantes, de vida obscena y relajada, propietarios de mansiones, aviones particulares, coches de lujo…

 

L. del Á: ¿Le sobra a usted algo en este libro?

 

José Miguel Pueyo: Pese a los descubrimientos psicoanalíticos, para algunos intelectuales y clínicos la libertad consiste en que cada cual haga lo que supone que le va a ir mejor. Esas personas no han advertido que entre los que dicen haber elegido lo mejor para ellos se encuentran los adictos, los canallas y los perversos. Echo en falta muchos aspectos básicos pero esenciales, y me sobran innumerables respuestas imaginarias para la falta-a-ser del sujeto humano. Los psicoanalistas que aparecen en el libro, algunos son lacanianos, no se plantearon introducir la demanda del psicoanalista a su analizante, la única demanda, como es tener la libertad, incluso el deber, de decirlo todo, absolutamente todo. Se trata, como es conocido, de la asociación libre, regla fundamental del psicoanálisis que sólo existe en nuestra práctica clínica. Tampoco se plantearon la libertad del psicoanalista en la cura, y creo que tendrían que haber hablado de la transferencia y de la interpretación. Pero en su descargo podrían argüir que estas cuestiones no les fueron planteadas por Montse Batlle.

 

Cabe insistir en el antiquísimo anhelo de inmortalidad y en el no menos narcisista «Goce absoluto y eterno» que promete la religión, no sólo la cristiana. Contrariamente a lo que dice Luis Darío Salomone, ese anhelo no pertenece sólo a los místicos, «Lacan es contundente en su concepción de qué es un místico….Son aquellos que sienten, vislumbran la idea de que deba haber un goce que esté más allá. Eso se llama un místico.»

 

Hoy ya nadie quiere demorar el goce absoluto y eterno para el más allá, algunos lo buscan trágicamente, tal es el caso de los terroristas. De ahí el imperativo superyoico de gozar ya, evidencia de ello es el escandaloso auge de la corrupción, la pedofilia y de las costumbres sadianas.

 

J.F: Este libro no desmerece, por esos y otros motivos, a los desorientadores libros de autoayuda.

 

José Miguel Pueyo: Es un ejemplo de cómo se puede unir el laissez faire, lo políticamente correcto, los traumas mal curados y la ingenuidad. Hay en este libro un deseo y una promesa. Y ambos aspectos siguen las coordenadas de la filosofía de laissez faire. El deseo y la promesa de liberación, más aun por estar fundamentada en el bonismo ─permítanme esta expresión─ de la filosofía del laissez faire, denuncia un huero humanismo, y el libro, por esa razón, participa de las cosmovisiones.

 

Laura del Á: La pregunta entonces es ¿con qué criterio, desde dónde suele elegir una persona lo que cree mejor para él?

 

José Miguel Pueyo: El marketing es astuto. También podría ocurrir que, a la manera del ecléctico, una persona adopte, de cada una de las teorías que le oferta el mercado de la cultura, los aspectos que considera mejores. O sea, juez y parte, enfermo y médico a la vez. A la pérdida de tiempo y dinero, se puede añadir entonces el daño a la inteligencia y a la salud.   

 

L. del Á: ¿Cree que este libro da pábulo a lo ilusorio de muchas promesas emancipadoras?

 

José Miguel Pueyo: Los entrevistados eluden la etiología de muchos de los asuntos que presentan. Y tampoco cuesta trabajo reconocer cómo el marketing y las identificaciones los apean de la crítica y de los objetivos de las ciencias comparadas. 

 

J.F: Un libro en la cúspide del laissez faire.

 

José Miguel Pueyo: Y a Dios gracias que la autora no ha entrevistado a algún neurocientífico de los que quieren a un sujeto humano sin historia, únicamente determinado por los genes. Ahora los genetistas están muy depresivos. El motivo es que han asumido lo que ya se conocía: que una enfermedad, incluso admitiendo que sea puramente genética, está determinada no por uno sino por centenares de genes.

Por otro lado y sin llegar a las lecturas ad hominem sobre Freud, como la reciente del filósofo francés Michel Onfray, la lectura de este libro y algunas de las afirmaciones de quienes lo presentaron en sociedad me recordó una conferencia de hace apenas un par de años del profesor de filosofía Xavier Rubert de Ventós, en el Círculo de Economía de Barcelona, presentado por Josep Ramoneda, en el Cicle Clássics del Pensament Modern. Sin más preámbulo, Rubert de Ventós dijo que tenía las obras de Freud en el estante último, llenas de polvo, de su biblioteca. No fue difícil deducir lo poco y mal que este filósofo conocía a Freud y al psicoanálisis, tal como acertadamente se lo hizo ver una señora que tuvo la paciencia de aguantar toda la conferencia. ¡Qué diferencia con el malogrado filósofo Eugenio Trías!

 

J.F: Me ha sorprendido el modo en que Montse Batlle interpreta alguno de los aforismos de Lacan. En una de las presentaciones del libro afirmó que cuando le preguntaron a Lacan qué había que leer dijo que «había que leer a los místicos.»

 

José Miguel Pueyo: En la presentación del libro en Casa de la Cultura de Girona, el 21 de diciembre de 2016, agregó «que el misticismo no está lejos del psicoanálisis.»

 

Quiero pensar que era una deferencia (lege, quaeso, mystica) a la profesora Victoria Cirlot, especialista en cultura caballeresca y mística. Pero deferencia o no, lo cierto es que quien escuchara a Montse Batlle decir que Lacan dijo que había que leer a los místicos pudo pensar que se estaba diciendo que la sola lectura de los místicos permite entender qué es el sujeto humano, cómo se constituye en lo que es, e incluso cómo puede solucionar sus adversidades, tanto más porque Montse Batlle no aclaró nada al respecto.

 

L. del Á: Sin dejar a Victoria Cirlot, ¿qué opinión le merece lo que dice esta catedrática de filología romántica en su entrevista, que lleva por título «La figura del destino. El mito del Grial y la mística de Hildegard von Bingen»?

 

José Miguel Pueyo: En lo que vengo desarrollando, intento diferenciar lo que es del entrevistador, o sea, las preguntas, de lo que pertenece al entrevistado, esto es, las respuestas, y pretendo dar alguna clave de cómo uno y otro llevan la entrevista en beneficio de la profundidad y el esclarecimiento para el lector del asunto a tratar.

 

Siendo Victoria Cirlot una especialista en cultura caballeresca, ¿cómo es que Montse Batlle no le preguntó por el amor cortés? Se trata de uno de los temas a los que el psicoanálisis da luz, un asunto trabajado por Lacan, a quien Montse dice admirar.

 

Todo es tenue en la entrevista de Cirlot. Baste recordar que esta profesora menciona asuntos sin apenas aclarar su sentido e importancia respecto al deseo y a la libertad, como, por ejemplo, el amor sublimado, el sermo sublimis. Bastaba con haber recurrido a Freud y a Lacan para dar en dos líneas luz a esos temas. Los antecedentes del objeto a, permíteme recordarlo, se encuentran en «la primera experiencia de satisfacción», El tabú de la virginidad, 1918, y en Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa, 1912, por ejemplo. Hay que leer a Freud y a Lacan para entender la vida amorosa y sus vicisitudes, por tanto, el amor, la libertad, el deseo, el goce, la experiencia mística, y, en fin, muchas de las producciones de los hombres en todas las épocas.

 

L. del Á: En la presentación de esta medievalista se nos dice que Victoria Cirlot es «Una mujer con un gran carisma que nos transmite la sabiduría del Grial y de la mística medieval con toda su riqueza y actualidad.»

 

José Miguel Pueyo: He leído los libros de Cirlot y como en el caso de su conversación con Montse Batlle y la presentación del libro, todo está en la línea de lo conocido. Como experta en la «sabiduría del Grial» creo que la cuestión merecía algo más por su parte que la mera descripción del objeto físico. Se habla, eso sí, de búsqueda, pero como he mencionado nada relevante respecto a ¿qué buscaban quienes pretendían encontrar el santo Grial? 

 

J.F: Otra de las personas relacionada con la temática intelectual de Victoria Cirlot, es el catedrático de Estética, también en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, Amador Vega (Barcelona 1958), quién reduce el lema griego «Conócete a ti mismo», a su acepción más ordinaria.

 

José Miguel Pueyo: El apotegma de Quilón el Lacedemonio, –y no es otra la opinión de Victoria Cirlot–, lo traduce como el conocimiento del Yo oculto después de la muerte espiritual.

 

Solo si por muerte espiritual entendemos la desidentificación de los ideales patógenos, la idea podría ser dada por buena. Descubrir lo que Amador Vega llama «Yo oculto» cabría entenderlo como la configuración de lo inconsciente y sus efectos en la vida de una determinada persona.

 

Yo no soy partidario de metáforas metafísicas y/o místicas, y no sólo por estar superadas por los conceptos psicoanalíticos.

 

L. del Á: El lenguaje anticuado y equívoco del catedrático Amador Vega se constata también cuando, al referirse al maestro Eckhart de Hochheim (1260-1328), dice «ruego a Dios que me vacíe de Dios.»

 

José Miguel Pueyo: Vega diría algo más cercano a la verdad si hablase de vaciarse del endiosamiento espiritualista. Así sería también si comparase a Dios con el poder de lo inconsciente, pues como el Dios del hombre religioso, el inconsciente del creyente y el del que no lo es tienen una semejante potestad, el poder de hacer pensar, desear y de determinar los actos del sujeto humano. De aquí la mentira y toda la verdad del libre albedrío.

 

J.F: El anhelo de Montse Batlle de aunar la mística y el psicoanálisis, o sea, el intento de mezclar el aceite con el agua, se reconoce en la conversación con uno de los máximos representantes de la terapia del movimiento vital, el japonés Katsumi Mamine Miwa (Tokio, 1944).

 

José Miguel Pueyo: La cuestión es si Montse Batlle conoce las razones inconscientes de ese deseo y la filosofía que implica. En algunos casos constituye un retroceso respecto a lo que es y lo que descubre el psicoanálisis y, por tanto, qué representan en el campo de la cultura en general y de la clínica en particular, Freud y Lacan.

 

L. del Á: Da mucha pena que un profesor de universidad se exprese como lo hace Amador Vega.

 

José Miguel Pueyo: Este catedrático parece que está es de la cuerda de Montse Batlle cuando afirma «A diferencia de Freud, Jung no tiene problema en juntar ambos lenguajes, el de la mística y el de la psicología profunda.»

 J.F: Esa idea crucial no se la hicieron ver a Montse Batlle los psicoanalistas que aparecen en su libro.

 

José Miguel Pueyo: Se asemeja a la mencionada anécdota de Freud, «Si lo saben por qué no lo dicen». Lo cierto es que eludir esa cuestión es lo menos que necesita hoy el psicoanálisis. Usted conoce perfectamente el problema que ha supuesto para la difusión y también para la trasmisión del psicoanálisis la edición, por parte de Jacques-Alain Miller, de los seminarios de Lacan. Entiendo que el primero y más importante cometido del yerno del célebre psicoanalista francés en la historia del psicoanálisis era cuidar con todo esmero la edición de los 27 seminarios que Lacan impartió entre los años 1953 y 1979. Para dar cursos y presentar ponencias existen otros psicoanalistas que pueden ser tan interesantes como él.

 

Se trata, como digo, de una edición pésima de los seminarios de Lacan. Exenta de prólogos históricos adecuados, sin ninguna contextualización, sin tesauros y bibliografía, y por no tener no tienen un diccionario con los conceptos, casi siempre complejos, que aparecen en cada uno de los seminarios… Si algún analizante u otra persona le dice qué seminario de Lacan le puede recomendar, seguro que usted no sabrá qué decir. Y no sabrá qué decir porque usted conoce que si le recomienda cualquiera de ellos, por las características que acabo de señalar, es posible que obtenga un reproche de esa persona, un reproche, en mi opinión, bien fundado.

 

Solo me resta indicar con el más sabio de los nacidos en Colona, el egregio Sófocles (496-406) «Ten ánimo, diciendo la verdad no te derrumbarás nunca», pero sabiendo, eso sí, como bien conocía Luciano de Samósata (120-180) que «La verdad no es totalmente grata, sino que su estima se ve muy superada  por la falsedad.»

 

J.F: Y, sin embargo, cualquiera diría que dan un premio por citar a Miller.

 

José Miguel Pueyo: No es ninguna novedad que Miller sea citado por Miquel Bassols y Juan Ramón Ubieto. Hay en ello no poco de repetición sintomática, en ocasiones determinada por lo que en la subjetividad de algunos representa lo institucional. Advierto en esa exagerada condescendencia un agravio a otros psicoanalistas con méritos semejantes a los del albacea de los seminarios de Lacan. Por otro lado, yo disfrutaba, como tantos otros psicoanalistas, de los seminarios de Lacan, en edición pirata pero fidelísima, ya a mediados de los años 90.

 

L. del Á: Retomando a Katsumi Mamine, ¿qué opinión le merece la llamada cultura Seitai?

 

José Miguel Pueyo: Destacaría la ilusoria pretensión de Haruchika Noguchi y de su alumno aventajado Katsumi Mamine, de la base científica del Seitai, que, según afirman, comprende desde la embriología hasta la anatomía.

 

J.F: Los principios teóricos de la cultura Seitai dejan a uno estupefacto.

 

José Miguel Pueyo: Sorprende que Montse Batlle siga la corriente a Katsumi Mamine cuando éste afirma que «la fuente de la vida… la parte rectora de la vida del organismo de todos los vertebrados [por lo mismo del sujeto humano] es el CVP (ce-ve-pe), cráneo, vértebras y pelvis.»

 

J.F: Montse Batlle se inhibe también ante los principios de una imaginaria terapéutica corporal basada en esa no menos imaginaria etiología de las afecciones psíquicas.

 

José Miguel Pueyo: Y mira que Katsumi Mamine es claro en el disparate, «cuando uno practica Katsugen –dice–, todo se reequilibra… la depresión, angustia y ansiedad», dice. Es a Haruchika Noguchi a quien se le atribuye las prácticas Katsugen undo y el Yuki. Con esas técnicas de manipulación corporal se pretende mejorar el aludido principio rector de la vida, CVP, así como eliminar los bloqueos y el debilitamiento de la energía vital que creen que son las causas fundamentales de las afecciones psíquicas.

 

Katsumi Mamine no tiene ningún reparo al indicar que esas técnicas superan al yoga, al baile, al deporte, al taichí y a otros ejercicios terapéuticos. Pero es obvio que la diferencia fundamental entre todas esas técnicas radica en los beneficios que una persona les atribuya. Como se habrá advertido, la historia personal no tiene ninguna importancia para estos psicoterapeutas.

 

L. del Á: ¿Nada nuevo bajo el Sol?

 

José Miguel Pueyo: La cultura Seitai es una más entre las producciones culturales relativas a los traumas emocionales que se expresan en bloqueos corporales. El psicoterapeuta se ha dejado seducir en esta ocasión por lo que solo son fenómenos, que imagina como bloqueos y debilitamiento de la energía vital, e imagina también una única y fundamental causa en lo que llama CVP (ce-ve-pe), principio rector de la vida.

 

Los creadores de la propuesta terapéutica basada en el katsugen undo y el Yuki, pretenden curar la depresión y la ansiedad, entre otras afecciones. Están convencidos de que pueden redistribuir una supuesta energía vital mediante la libre expresión corporal y el fluir de la respiración. Del Yuki, una técnica afín al Reiki –técnica de canalización y transmisión de la energía vital a través de la imposición de manos, que pretende obtener equilibrio emocional–, afirman que desbloquea la energía vital estancada o debilitada a través de las manos sanadoras del terapeuta. Por consiguiente, con estas técnicas se recuperaría no sólo la salud pérdida, sino también la CVP, la estructura rectora de nuestra vida.

 

Estamos ante disciplinas de un perfil teórico y práctico muy bajo, y al marcado reduccionismo etiológico se une la imaginaria pretensión de los procedimientos terapéuticos.

 

L. del Á: La conversación sobre «Las corazas corporales», con la psicoterapeuta y formadora espiritual, la canadiense afincada en París, Marie Lise Labonté, recuerda a la cultura Seitai.

 

José Miguel Pueyo: Marie Lise Labonté ha sufrido la sugestión de la organoterapia de un psicoanalista ajeno por completo a los descubrimientos de Freud, Wilhelm Reich (1897-1957), que ella quizá pretende haber superado con el trabajo corporal del método de liberación de corazas para el que acuñó las siglas MLC.

 

Si para Katsumi Mamine la parte rectora de la vida del organismo de todos los vertebrados es el CVP (ce-ve-pe), cráneo, vértebras y pelvis; para Marie Lise Labonté «es el corazón… donde reposa nuestra esencia, nuestra fuerza vital, nuestra belleza, lo más tierno en nuestro interior». Y añade, el corazón «es nuestro niño interior… que está en verdad situado físicamente entre la cabeza y el eje vertical.»

 

Montse Batlle parece no inmutarse ante tamañas conjeturas. Tampoco reacciona cuando la psicoterapeuta canadiense afirma que la curación viene «trabajando el cuerpo, respirando, dándose tiempo para cesar de pensar y tan solo sentirse ser. El trabajo corporal del método de liberación de corazas MLC ofrece esta forma de meditación corporal, que hace que el tiempo no exista más.»

 

No me hace ninguna gracia, tanto como a mis más jóvenes alumnos que recién comienzan a conocer los rudimentos de la cultura y de la clínica, que Montse Batlle permita que Marie Lise Labonté acabe la entrevista diciendo «Me he comunicado desde hace años con los ángeles… Me comunico con el arcángel Gabriel y con las vibraciones muy potentes de los maestros esenciales, que vienen a ofrecer enseñanzas a través de mí.»

J.F: En la conversación de Montse Batlle con el ya mencionado Gustavo Dessal, este psicoanalista lacaniano mencionó que había publicado un libro con el sociólogo polaco Zygmund Bauman (1925-2017), El retorno del péndulo.

 

José Miguel Pueyo: Bauman acuñó un neologismo que lo catapultó a la fama, «sociedad líquida», que aplicó a todo lo imaginable. Como sociólogo y crítico de la cultura Bauman no es comparable a Jean-François Lyotard (1924-2017), Gilles Lipovetsky (París, 1944), Guy Debord (1931-1994), Alain Badiou (Rabat, 1937) o Pierre Bourdieu (1930-2002), dado que lo superan en muchos aspectos. Y si bien hoy todo es líquido y obsoleto nada más nacer, no por eso deja de haber cosas que perduran e incluso van a más, como la adicción al móvil, al WhatsApp, a internet o a los chats…

 

L. del Á: Dessal se refiere a la ignorancia en un libro en la que tampoco falta la adulación.

 

José Miguel Pueyo: Es una respuesta a la pregunta de Montse Batlle ¿Sufrimos mucho por ignorancia? Dessal presentó las tres pasiones fundamentales del Yo, esto es, el amor, el odio y la ignorancia. Y se mostró seguidor de Aristóteles cuando el estagirita decía «Todos los hombres por naturaleza desean saber.»

 

Recuerda Dessal que en psicoanálisis «el término ignorancia no debe entenderse en sentido intelectual» ya que se trata de «no querer saber nada sobre la verdad que nos determina, sobre el deseo que nos mueve, sobre la oscura satisfacción que extraemos de nuestros síntomas». Nada que objetar, salvo, eso sí, que la sutileza de esa presentación de la ignorancia no creo que sirva en absoluto para el Psicoanálisis en Extensión.

 

Por otro lado, si como dice Dessal «el ansia de conocimiento del hombre lo ha hecho evolucionar hasta alcanzar un grado extraordinario de conquista científico-técnica», cómo es que a renglón seguido afirma que «La ignorancia es el estado en el que el sujeto se encuentra mejor, es el principio del placer.»  

 

J.F: Observo también en Gustavo Dessal un fallo de cálculo pedagógico cuando habla de la cura en psicoanálisis.

 

José Miguel Pueyo: Quizá te refieres a cuando dice que «el saber está siempre del lado del sujeto». Es evidente que no lo arregla al decir que el sujeto «no puede alcanzarlo, porque se trata de un saber que está reprimido». Frases como estas requieren precisas consideraciones, ante todo porque pueden dar oxígeno a quienes proclaman la curación por uno mismo, también el autoanálisis.

 

No pocas personas quieren que desaparezca el sujeto-del-inconsciente, para que sólo exista el sujeto-a-las-tecnociencias y al amo neoliberal. De ahí que se apueste por los genes, por los neurotransmisores, pero también por los saberes de otras épocas remozados con terminología de la época. Los agentes de la hipermodernidad son más astutos que los postmodernos, ya que junto a la explotación, el nepotismo y el fraude, algunas personas, por mala conciencia o ya sea sólo para desgravar en sus declaraciones al Estado, son filántropos de la cultura y/o benefactores de ONGs.    

 

L. del Á: Miguel Bassols (Barcelona, 1958) es otro de los psicoanalistas lacanianos que Montse Batlle incorpora en su libro. Lo que dice en la entrevista titulada «El yo y el verdadero ser del sujeto», no puede sino resultar incomprensible para el lector de disciplinas ajenas al psicoanálisis.

 

Bassols desaprovecha la oportunidad que le brinda Montse Batlle para aclarar la relación entre la discordancia originaria que acontece en el Estadio del espejo y las producciones culturales y, por ende, obvia un asunto crucial del ámbito de la cultura, tantas veces recordado por usted, como es de qué manera y por qué los intelectuales desde los orígenes de la historia del hombre han intentado reparar esa discordancia entre el Yo real (desmembrado) y el Yo que aparece, completo, en el espejo, por tanto en el discurso de la mamá: «tú eres el más guapo, suele decirle a su bebé. Pero gracias a la Función-del-Padre algunos niños/as nunca llegan a creérselo del todo.»

 

José Miguel Pueyo: Una de las deficiencias de la conversación de Montse Batlle con Miquel Bassols es la ambigüedad a la hora de establecer los efectos de la falta por la que vive el deseo humano. Por otro lado, Bassols sostiene que en la cultura japonesa responde al nombre de tokonoma. Pero, en realidad, el tokonoma, que en ocasiones queda abreviado en toko, designa habitualmente un pequeño espacio construido en la sala de estar de una casa. El vacío, como nombre, es kuuhaku, y como adjetivo shougai nou hai, mientras que una de las acepciones de falta es ketten. Yo he dado a leer esta entrevista a varias personas, y sin excepción me han dicho que no sabían de qué hablaba el psicoanalista afincado en la ciudad condal.

 

Pero hay algo incluso más problemático para el psicoanálisis en esta entrevista. Se trata de la transferencia en su dimensión más corriente, como es la vertiente imaginaria de la misma. Es dable indicarlo porque Bassols elude las preguntas de Montse Batlle sobre la cultura oriental. Tanto más de ubicarnos en Barcelona, pues no hay manzana sin un local que pertenezca a esa cultura. El lector de la conversación con Bassols podría leer la prioridad de esas culturas, por ejemplo de la china y japonesa, o sea, leer la relevancia de sus producciones culturales, ya sea el budismo, el taoísmo o el confucionismo, y de las prácticas que llevan asociadas, como el yoga, el tai-chiHatha yogadon inaikido, o la meditación zen. 

J.F: Juan Ramón Ubieto (Sabiñánigo, 1958) es otro de los psicoanalistas lacanianos entrevistados por Montse Batlle. En la conversación titulada «Nuestra novela familiar», se refiere de forma imprecisa a la constitución subjetiva, hasta el extremo de no mencionar las claves de bóveda del asunto y sus efectos individuales y colectivos.

 

José Miguel Pueyo: Más chocante es que un psicoanalista hable de pedagogía y de lectura como él lo hace. Ubieto loa a los pedagogos, «Los pedagogos nos recuerdan que el mejor antídoto para el fracaso escolar pasa por la lectura». Para después darse un baño en aspectos archisabidos por los psicoanalistas, pero también incomprensibles para otras personas, «Poder elegir el máximo de combinatorias significantes provee de recursos a un sujeto para tratar de bordear el agujero que todo real cava en nuestras vidas.»

Todo el mundo sabe que la lectura es esencial para la formación en cualquier materia, pero lo subrayable es que la lectura puede estropear la inteligencia y las costumbres de las personas desprevenidas y/o ingenuas. Hablé de este asunto en mi libro La otra escena de la corrupción. Familia y sociedad en el destino personal: Jordi Pujol i Soley. (Editorial Psimática. Madrid: octubre 2015), y no solo en relación al continuo engaño perpetrado por el ex honorable Jordi Pujol, pues dediqué muchas páginas a sus hijos, a Marta Ferrusola, y no me olvidé de Rodrigo Rato, de los indeseables agentes de los EREs fraudulentos y de Los Cursos de formación para desempleados, del Caso ITV, del clan de los Sumarroca, de Xavier Crespo, de la Trama Púnica, de las malversaciones de la FIFA y de Ángel María Villar, de Iñaki Urdangarin, de Juan Carlos Monedero, de ciclistas como Jan Ullrich y Lance Armstrong, así como de la guapísima atleta Marion Jones, etc., etc.

 

En resumen, no se trata tanto de pedagogía y tampoco de leer, sino de saber leer y hacer la diferencia entre oír y escuchar. 

 

L. del Á: Un aspecto que a mí me sorprendió de Miguel Bassols es su manera tan ambigua de hablar del síntoma.

 

José Miguel Pueyo: Un asunto delicado. Qué puede entender el lector no avezado en psicoanálisis cuando lee, «el síntoma es algo irreductible… Y a la vez, es lo mejor que tenemos para orientarnos en el modo singular que cada sujeto tiene para arreglárselas con el goce.»

 

J.F: En este libro hay conversaciones que tratan asuntos parecidos o al menos tienen relación. Por ejemplo, el «Estrago materno», de la psicoanalista lacaniana Claudia Sandra Palau (Buenos Aires, 1966), y «El apego. Sentirse sentido» de la psicoterapeuta Inés Di Bártolo (Buenos Aires, 1962).

 

José Miguel Pueyo: En estas entrevistas, incluso más en la de Inés Di Bártolo, echo en falta las fuentes históricas y los fundamentos teóricos de la Teoría del apego. Así es respecto a la hipótesis de la privación materna, como antecedente de esa teoría, los inicios de la misma con el psicoanalista John Bowlby, y los desarrollos de Peter Fonagy y Mary Target. No es este un asunto trivial, ya que el lector no avezado en los primeros vínculos afectivos del sujeto humano, sus figuras y sus consecuencias, puede pensar que la Teoría del apego es novedosa e incluso que es una nueva manera y eficaz de abordar las diferentes figuras de apego, cuando en modo alguno es así.

 

Si hay algo a destacar en la constitución subjetiva y sus consecuencias, por tanto, en la manera de desear y en las producciones del sujeto humano es, en primer lugar, el Estadio del espejo, desarrollado por Lacan el año 1949, que constituye el primer peldaño del primer tiempo del complejo de Edipo. La relación que describe el Estadio del espejo acontece entre los seis y los dieciséis meses aproximadamente, y contrariamente a lo que supone Inés Di Bártolo no se trata de una relación intersubjetiva ni dual.

 

Es en esa relación que se constituye la primera gran discordancia del sujeto humano, la discordancia originaria entre el Yo ideal y el Ideal del Yo, discordancia que perseguirá al sujeto durante toda su vida, ya que ningún ideal coincidirá con el que se espera. La moda, la fama, los ideales, también la aflicción y el no sentirse a gusto consigo mismo, está presidido y aun determinado por la discordancia originaria. En resumen, los hombres de todas las épocas han intentado resolver mediante la creación de objetos, saberes y creencias, y que, en ocasiones dan sentido a la vida. He aquí el sentido y la función fundamental de muchas de las producciones humanas que conforman el campo de la cultura.

 

Por otro lado, la constitución de la manera del ser del sujeto humano no se comprende sin la socializante Función-del-Padre, función siempre fallida pero no siempre de igual manera, y que en tanto función puede ejercerla cualquier persona.

 

L. del Á: ¿Cuándo usted presenta a la doctora en psicología Inés Di Bártolo como «psicoterapeuta», entiendo que no es sin intención?

 

José Miguel Pueyo: No hay en ello más intención que la de la propia realidad. Quien redactó la nota biográfica, quizá Montse Batlle, afirma que Inés Di Bártolo «articula el apego y la intersubjetividad, dos sistemas complementarios que cambian la manera de entender el desarrollo y la salud mental, la psicoterapia y, básicamente, la de entendernos a nosotros mismos».

 

Nada más lejos de la realidad. Inés Di Bártolo ignora que no existe la intersubjetividad, lo que supone desconocer a Lacan, pues el psicoanalista parisino criticó acertadamente ese concepto en más de una ocasión.

 

La menguada altura teórica de Inés Di Bártolo se reconoce, además, cuando dice que para reflotar la subjetividad mancillada, «Hay un solo camino y es a través de otra relación». Es evidente que esta psicoterapeuta quiere resucitar el antiguo proverbio «Un clavo saca otro clavo». Pero nunca es aconsejable entender el proverbio, como sin duda advertiría encarecidamente esta psicoterapeuta, por el lado del lema Cura fugit multo diluiturque mero, o sea, ‘Las desdichas huyen con abundante vino.’  

 

L. del Á: En el capítulo de las causas, Inés Di Bártolo nos sorprende al afirmar  «que el apego está impulsado de forma biológica. Nacemos genéticamente programados para establecer un vínculo de apego.» 

 

José Miguel Pueyo: Lo que afirma esta psicoterapeuta es tan creíble como lo que afirmó Aristóteles, «Toda persona por naturaleza desea saber». Esta psicoterapeuta no se ha preguntado algo tan básico al mismo tiempo que esencial como es ¿de dónde procede la demanda, del bebé o del Otro que encarna habitualmente la mamá? 

 

En libros como el que estoy comentando –y retomo aquí la importancia de «saber preguntar» y los elogios a Monte Batlle en ese aspecto por el periodista Antoni Puigverd y el psicoanalista junguiano Carlos Ventura–, es necesario repreguntar cuando  psicoterapeutas como Inés Di Bártolo, señalan que «las figuras de apego calman, fortalecen, potencian.»

 

Es en este punto donde la entrevista de Inés Di Bártolo tiene relación con la de Claudia Sandra Palau, ya que habla de la «madre estrago», relación que no parece interesar a Montse Batlle. 

J.F: Críticas a Freud y elogios a Carl Gustav Jung tampoco faltan en este libro.

 

José Miguel Pueyo: Así es, por ejemplo, en Amador Vega. Según él, «El inconsciente no lo inventó Freud, probablemente se inspiró en un romántico alemán que ya había hablado de ese fondo del inconsciente.»

 

Es evidente que este catedrático de Estética sabe poco de ese asunto. Permítame que recuerde que el inconsciente existía antes de Freud, pero Freud descubre qué es el inconsciente, su naturaleza lingüística y pulsional, así como su función en todo lo que piensa, desea y hace el hombre. Por otro lado, el mismo Lacan subraya lo que parece desconocer Amador Vega, como es que «el inconsciente antes de Freud, el inconsciente romántico, es simplemente un continente in negro

 

 

A MANERA DE EPÍLOGO

 

 

J.F: ¿Qué opinión le merece la psicoterapia que Inés Di Bártolo propone para lo que denomina «regulación emocional», esto es, para la estabilización de las emociones y, por consiguiente, superar las figuras del apego evitativo, desorganizado o preocupado, como ella misma indica. Y, por otro lado, qué le sugieren las propuestas terapéuticas, algunas calificadas de emancipadoras y salvíficas, que recoge el libro de Montse Batlle?

 

José Miguel Pueyo: Tendré que repetir algo de lo que dije. Por ejemplo, que la psicoterapeuta Inés Di Bártolo pretende superar la dimensión discursiva de la novela familiar ofreciendo al paciente, como ella misma dice, «nuevas perspectivas». Su propuesta viene a ser algo así como sentar en las rodillas al afligido paciente para enseñarle el mundo y la vida como el psicoterapeuta los ve, de lo que se sigue que el paciente se identifique a ese modo de ver el mundo y la vida. Nada nuevo pues en el inoperante ámbito de la persuasión y de la reeducación emocional del Yo. Una psicoterapia condenada al fracaso, a no ser que el paciente haga suyas las ideas contratransferenciales del psicoterapeuta. Tanto más puede ser así porque Inés Di Bártolo recomienda «dar una imagen valiosa de la propia persona», esto es, insuflar narcisismo al paciente al mismo tiempo que elude implicarlo en lo que se queja.

 

El psicoanalista junguiano Carlos Ventura prefiere algo mucho más simple. Siguiendo la estela de la meditación zen, pero igualmente desconcertante desde el punto de vista clínico, apuesta por el silencio. Afirma que el silencio permite «escuchar la voz del yo profundo». Este experimento no es nuevo. Y no lo digo únicamente por la práctica piadosa y de penitencia del voto del silencio. El caso es que en épocas pasadas algunos clínicos estaban esperanzados en que después de silencios provocados, por ejemplo mediante el electroshock, el paciente despertaría aliviado de sus malestares.

 

La psicoterapeuta corporal Marie Lise Labonté aconseja otro modo de ausentarse del mundo. Según apunta, para quienes se sientan perseguidos o angustiados, nada mejor que «trabajar el cuerpo, respirando, dándose tiempo para cesar de pensar y tan solo sentirse ser.»

 

Ante el silencio, el trabajo del cuerpo y el cese del pensamiento, hay psicoterapeutas que prefieren escuchar. Es el caso de Katsumi Mamine. Subraya Katsumi que el Yuki «No es una terapia, nadie da ni enseña, es simplemente prestar atención, escuchar a la CVP. Es una práctica entre dos personas con la utilización de las manos en que hay un actor y un receptor». Es claro que este anciano nipón no escucha siquiera sus propias palabras, dado que contrariamente a lo que sostiene sí que hay alguien que da y reparte la energía supuestamente perdida: el terapeuta del procedimiento Yuki.

 

Otras personas que conversan con Montse Batlle ven en la cábala judía lo insuperable. Tal es la opinión del poeta y activista cultural gironí Josep Tarrés, «la cábala judía es el estudio de todos los aspectos de la vida a través de las diez sefirot [Etapas de proceso creativo y de la iluminación]. La cábala no es solo para estudiarla, sino para vivirla». Tarrés, entre las cuestiones no resueltas, no responde a la fundamental de cómo se vive la cábala.

 

Pocas son en verdad las personas que en el libro de Montse Batlle se resisten al discurso del Amo, esto es, a apuntar lo que hay que hacer. El catedrático de Estética, Amador Vega, sostiene que «Lo que hay que hacer es dignificar la razón, concebirla como intellectus, como espíritu, y no como la razón en sentido cartesiano, que intenta comprender el mundo como realidades separadas: las cosas, la materia y el espíritu». Pero quien pretende criticar al célebre pensador de La Haye en la diferencia entre res extensa (material), la res cogitans (o sustancia mental) y Dios, debería proveerse de un conocimiento cierto acerca de lo que Descartes denominaba «espíritus animales», que con él se convirtieron nuevamente en los responsables de los diferentes temperamentos y de las pasiones del alma, y en los agentes físicos de las respuestas de la máquina corporal.

 

El monje de la Abadía de Montserrat, Lluís Duch, loa a «los griegos en lo que llamaban el arte de la crítica, que tiene que ver con la imaginación». Sin embargo, el criterio de verdad ligado a la crítica no tuvo por objeto a su amigo, el catedrático de Psicología en la Universidad de Barcelona, Ramón Sarró Burbano.

 

Pero si existe un atrevimiento elevado a la quinta potencia y basado en la fe, ese no es otro que el de Javier Melloni. Este jesuita pretende saber las causas de lo que se nos avecina, «el dinamismo de la resurrección de Cristo no ha hecho más que comenzar. El actual choque de civilizaciones, así como la aceleración del tiempo psicológico de nuestra sociedad informática… es signo del cambio de nivel que está a punto de producirse. Tal como en la materia, todo cambio va precedido de una aceleración y de un calentamiento por fricción. La resurrección de Cristo es el resultado de esta combustión en la que él nos precede. Tal es mi profesión de fe». Y por si no estuviera clara su posición intelectual y el deseo que lo determina, subraya, «Lo que me parece indudable es que se está dando una maduración epocal de la conciencia religiosa, gracias a dos factores: por un lado, al efecto purificador de la secularización ─que ha despojado a las religiones de su poder en el espacio público─ y, por otro lado, gracias a la novedad que supone el encuentro entre las diversas tradiciones en nuestra aldea global». ¡De advenir el mundo y las mentalidades como dice Melloni, de lo cual cabe dudar, que Dios nos pille confesados!

 

La admiradora de El libro rojo del controvertido ario Carl Gustav Jung, Victoria Cirlot, sigue a Montse Batlle en la libertaria idea de que «Cada cual escoja su camino». Ocurre que no son pocos los caminos que llevan un poco más allá del precipicio, hecho que quizá pudo vislumbrar en algún momento el mismo Jung. En cuanto a las palabras del fotógrafo José Manuel Ballester, sin duda aportarán razones a algunas personas para mejor sustentar sus ideas, pues parodiando el antiguo proverbio «Cada cual ve el mundo según el color de sus anteojos», recuerda «Según crees, así ves».

 

Girona, 11 de agosto de 2017