El errante Sr. Puigvert: la impronta de las palabras en los hechos

 Freud advirtió, en una de sus obras magistrales, Psicología de las masas y análisis del Yo (1920), que se empieza cediendo en las palabras y se acaba cediendo en los hechos.

 

En esta ocasión, el Sr. Antoni Puigverd, en su artículo titulado Sancho está asustado (La Vanguardia, 14 de marzo de 2016. http://www.lavanguardia.com/…/404…/sancho-esta-asustado.html) incurre malogradamente en lo que no tendría que caer un escritor, pues yerra en los conceptos para terminar haciendo interprertaciones semejantes, en esta ocasión de fenómenos sociales como los relativos a la tragedia de los refugiados sirrios. Estoy convencido de que si el Sr. Puigverd hubiese leído esa obra de Freud, entre otras, hubiese tenido elementos suficientes para dar cuenta correctamente del fenómeno que pretende analizar.

 

El Sr. Puigvert habla de pulsiones instintivas. Como es sabido, pulsión e instinto son dos conceptos radicalmente distintos. De manera sucinta se puede decir que los animales están regidos por el instinto, por tanto, determinados por la genética, y que éste, el instinto, tiene un objeto definido y predeterminado. Contrariamente, los seres humanos estamos impelidos por pulsiones, que están determinadas por el lenguaje atravesado de deseos (lenguaje en un sentido distinto al que le otorga la lingüística) y no tienen un objeto preestablecido ni único, es decir, que ningún objeto podrá colmar la pulsión aunque algunos lo intenten con denuedo.

 

Obviar esta cuestión relativa a cómo somos los seres humanos, y otras como la conformación de la subjetividad, las diferentes estructuras subjetivas, cómo funcionan las masas (como Europa, o cualquier otro grupo de personas), así como el origen y la función de las instituciones en las que descansa la cultura, el impacto de los discursos de dominio en la subjetividad de las personas, la deflación del Padre en la familia y en lo políticosocial en la época actual, etc., etc., conduce al Sr. Puigverd a interpretaciones ideológicas como, por ejemplo, que la xenofobia es una reacción de pánico a la globalización, que el poder manipula el sentimiento de orfandad, que por la pérdida de referentes locales y el empobrecimiento (se supone que se refiere a la crisis económica). Entiendo que el Sr. Puigved, al menos en su calidad de intelectual comprometido con la cultura, tendría que haber hablado más del empobrecimiento epistemológico y ético de la postmodernidad e hipermodernidad. Jacques Lacan hablaría, estoy convencido de ello, de ideas delirantes en tanto que por un abrochamiento ideológico entre significantes aparece un discurso-sentido imaginario sobre la realidad.

 

Estas cuestiones se me antojan graves en tanto que pueden introducir en el campo social, ideas que tal vez desorientan en una época en la que la canallada intelectual ha llegado a niveles más que insalubres, siempre obstaculizadores del desarrollo cognitivo y ético, y que no sirven a otro fin que a la supremacía de un discurso, el pseudodiscurso capitalista, ideas, en suma, que nos quieren a todos idiotas y esclavos, y en eso, como decía Lacan, nos quieren a todos proletarios.

 

Girona, 14/03/2016

Jordi Fernández